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Walker Evans

por Gustavo Bravo

Vida – Obra – Biografía

GRANDES FOTÓGRAFOS Y FOTÓGRAFAS

Walker Evans

Walker Evans escribía con sus fotografías. Creía que éstas debían tener estructura (su propia gramática) y ser legibles como un texto. Y por ello, se le considera el padre de la fotografía documental norteamericana.

Escritor frustrado con años de estudios en Literatura en los mejores colegios y universidades, volcó su inquietud literaria en sus imágenes, fotografiando los detalles de la vida cotidiana que pasaban inadvertidos al resto y describiendo con enorme sobriedad y concisión la sociedad americana de la Gran Depresión. Fotografiaba lo extraordinario de lo ordinario.

Sus fotos tienen un gran poder de dureza visual, con toques de poesía, gracias a su formación literaria y por ello a muchos se les antojan difíciles de entender.

«No quieres que tu trabajo surja del arte, quieres que parta de la vida y eso es la calle»

Era el fotógrafo rebelde. Se mantenía al margen, e incluso en contra, del contexto.

Sus fotografías eran documentos sociales.

Siempre logró escapar a las presiones del Gobierno y de los grandes medios de comunicación.

Fotografiaba desde el punto de vista de un observador histórico imparcial.

Sus fotos son un fiel reflejo y testimonio gráfico de la América que fue, sin intención política ni propagandística alguna.

Última actualización: mayo 2020

PRIMEROS AÑOS

Biografía de Walker Evans 

Walker Evans nació en San Luis, Missouri, el 3 de noviembre de 1903, en el seno de una familia acomodada.

Siendo pequeño sus padres se trasladaron a Chicago, por el trabajo de su padre, que era redactor creativo en una importante agencia de publicidad.
Pasó su juventud en la periferia de Chicago, Illinois, y en Toledo, Ohio, adonde su familia se mudó de nuevo en 1914, teniendo él 11 años, nuevamente por el trabajo de su padre.

Allí, su padre se enamoró de una vecina casada y, al conseguir ésta el divorcio (1918, él tenía 15 años), su padre les abandonó a él a su hermana y a su madre y empezó una relación con aquella mujer.

Quizá aquel abandono fue el detonante de personalidad: complicada y contradictoria.

Como curiosidad, de su padre, diseñador gráfico, también heredó su pasión por carteles. Si alguno le gustaba mucho, lo robaba, tras desatornillarlo con la caja de herramientas que solía llevar consigo.

Por aquella época, el adolescente Evans ya tenía una cámara Kodak Brownie y aprendió de forma autodidacta a revelar e imprimir sus fotos.

Aunque lo que realmente le gustaba por aquel entonces era la literatura.
Sintió un interés temprano por la poesía y la ficción contemporáneas, con énfasis en la literatura francesa.

Se refugió en la literatura, su gran pasión

En enero de 1919, tras el abonó del padre de familia. Su madre, su hermano y él se mudaron a Nueva York. Él tenía 16 años y el divorcio de sus padres y el cambio de ciudad, de amigos… le convirtió en un alumno complicado en la escuela en el Williams College, en Massachusetts, donde se convirtió en un ‘bibliófilo patológico’. Pero al año, lo dejó.

En 1922, con 19 años, estudió Literatura e Idiomas en Phillips Academy, Andover, también en Massachusetts. Le encantaba el francés.

Le cerraron las puertas de Yale, universidad que, curiosamente, décadas después le contratase como profesor de Fotografía y Diseño Gráfico.

Así que hasta los 23 años trabajó. y lo hizo -como no podía ser de otro modo- como asistente en una librería y como bibliotecario en la Sala de Cartografía en la Biblioteca Pública de Nueva York, trabajo al que renunció en otoño de 1925.

Con 23 años se fue a París a estudiar Literatura a la Sorbona

Fotografía de Eugéne Atget

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Los años de París

En 1926, con 23 años, cruzó el charco hasta París. Quería convertirse en escritor.

Su padre le pagó el viaje a cambio de que estudiase en la Sorbona.
Allí estudió Literatura. Y comenzó a tomar fotografías con una Kodak Vest Pocket.

Se autoconsideraba antiamericano en su juventud. Devoto francófilo.
Durante aquel único año que pasó en la Sorbona, se esforzó por dominar el francés y el lenguaje corporal nativo, para que no lo tomaran por un turista.

Adoptó las ideas del escritor y poeta francés Charles Baudelaire, al que leyó de forma exhaustiva para conocer las escenas de calle de la ciudad moderna.

También apreciaba las crónicas visuales y directas del fotógrafo francés Eugéne Atget (1857 – 1927), mundialmente conocido por su determinación de documentar toda la arquitectura y las escenas callejeras de París (fotógrafo casi topógrafo documental), antes de su desaparición a la modernización.

Con 24 años regresó a Nueva York y se interesó en serio por la fotografía.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Regreso a Nueva York

En 1927, con 24 años, al regresar de París a Nueva York, empezó a hacer fotos sin parar.

«No podía pensar en nada más. Simplemente me atrapó, como una enfermedad».

Vivía en Brooklyn y era vecino del poeta Hart Crane, que tres años después usaría sus fotos del puente de Brooklyn para ilustrar su poema The Bridge (1930).

En 1929, con 26 años, la foto centraba su vida.

De día, hacía fotos por Nueva York. Y el sueldo se lo ganaba de noche, como oficinista para una firma financiera de Wall Street.

En sus primeros trabajos empleó los nítidos e inquietantes ángulos del modernismo europeo y un aspecto experimental.

Además de edificios, fotografiaba personas sin que se dieran cuenta
Con un objetivo en ángulo recto, para dar la impresión de que estaba apuntando en otra dirección, empezó a hacer fotografías de personas en la calle.

Evans dudaba entre observar simplemente e interpretar de forma activa escenas ante su cámara.

En sus extensos registros de la arquitectura vernácula, el edificio figura como protagonista, igual que en sus muchas fotografías de carteles y letreros.

Con 26 años conoció a su mecenas fotográfico

Aquel año conoció al empresario cultural, fundador de la revista Hound & Horn y del American Ballet y New York City Ballet, Lincoln Kirstein, que formaba parte del consejo consultivo del MoMA, quien sería su amigo y mecenas.

Gracias a este contacto, pudo enseñar su trabajo al fotógrafo y promotor de arte moderno Alfred Stieglitz, quien le dijo que sus fotos eran “muy buenas” y le animó a «seguir trabajando” por esa línea.

Así, le dio la espalda a la estética estadounidense y encauzó su fotografía como lo había hecho de manera pionera su admirado fotógrafo Eugéne Atget (que documentó París antes de su gran cambio) y como hizo después de Atget, pero antes que él, la fotógrafa americana Berenice Abbott (1898 -1991), que retrató el Nueva York de antes de la modernización. Documentando cómo era la ciudad, con especial cuidado de la composición, pero sin caer en el pictoralismo.

Sólo un año después, en 1930, con 27 años, se publicaron sus primeras fotos: tres fotografías en The Bridge (el puente), de su vecino poeta Hart Crane.
Sus fotos se publicaron en Hound & Horn, Architectural Review y Creative Art.

No usaba Leicas, sino cámaras de gran formato, como Atget

Entonces comenzó a trabajar con una cámara de gran formato (6 y 1/2 x 8 1/2 pulgadas), característica que distingue a Evans del resto de fotógrafos documentales, habituados a las Leica de pequeño formato. Por tanto, sus fotos eran más pausadas y pensadas.

Al año siguiente, en 1931, con 28 años, comenzó una serie que le llevaría varios años sobre la arquitectura victoriana en Boston, la costa norte de Massachusetts, Martha’s Vineyard, Northampton, Greenfield y Saratoga Springs, Nueva York, por encargo de Lincoln Kirstein y del arquitecto John Brooks Wheelwright.

Pese a que nunca publicaron el libro que Brooks tenía en mente, se convertirá en la primera exposición individual de un fotógrafo en el MoMA.

Compartió estudio en Greenwich Village con Ben Shahn, pintor y fotógrafo, años más tarde también contratado por la Farm Security Administration.
En 1932, con 29 años, expuso con George Platt Lynes en la Galería Julian Levy, Nueva York.

También le interesaba el cine. En plena crisis económica, se trasladó con equipamiento fílmico y fotográfico a Tahití para documentar un viaje de recreo. La película nunca llegó a ser montada, pero confirmó su interés por el séptimo arte (* anotación: el cine el 7º arte desde 1911. Hasta entonces, los artes eran 6: 1º Arquitectura, 2º Escultura, 3º Pintura, 4º Música, 5º Danza y 6º Poesía)

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Viaje a Cuba 

En 1933, con 30 años, fotografió La Habana, durante los meses de mayo y junio para el libro The Crime of Cuba, del periodista Carleton Beals, publicado a finales de año.

Aquel año conoció a Ernest Hemingway y presentó su primera exposición en el MoMA, titulada ‘Walker Evans: Photographs of Nineteenth Century Houses’. Integrada por 39 fotografías de tipos arquitectónicos, trata sobre la transformación de la identidad norteamericana. Comenzó a usar una cámara de 8 x 10 pulgadas.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Primeros trabajos profesionales

Fue el fotógrafo del marido de Frida Kahlo, el famoso muralista mexicano Diego Rivera
Y sus fotos de los murales de Nueva York del famoso muralista mexicano Diego Rivera -marido de Frida Kalho, ilustraron el libro ‘Retrato de América’.

El fotógrafo minimalista del MoMa

Su primer encargo patrocinado le llegó en 1935, cuando tenía 32 años y consistió en fotografiar las esculturas de una exposición africana que exponía entonces el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA): la exposición African Negro Art.

Tenía que hacer un portafolio fotográfico que representara las 477 estatuillas y máscaras de la exposición.

Evans subrayó las formas y texturas mostrando a las esculturas como auténticas obras de arte y no como piezas de mero interés folklórico-antropológico.

Utilizó encuadres muy apretados y fondos neutros. Para ciertas fotografías dejó tiempos de obturación extendidos mientras movía la iluminación continua.

El museo, como lo conocemos hoy, le debe mucho a la visión minimalista plasmada en aquel trabajo suyo.

De hecho, se realizó una exposición con dieciséis de estas fotografías entre 1935 y 1937.

El fotógrafo que documentó la transformación de Nueva Orleans
Como Atget hiciera antes con París, en aquel año 1935, con 32 años, Walker Evans fotografió la arquitectura de Nueva Orleans anterior a la Guerra de Secesión.

Curiosamente, al igual que su padre dos décadas antes, allí él también se enamoró de una mujer casada: la pintora Jane Ninas.

Al igual que Atget quiso inmortalizar el viejo París, Evans buscaba inmortalizar los EEUU de la época colonial, que eran más remanentes en el sur.

En marzo de 1935, regresó a Nueva York para exponer junto con Cartier-Bresson y el mexicano Álvarez-Bravo en la galería Julien Levy.

 

 

 

 

 

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

FSA: documentando la Gran Depresión norteamericana 

Y firmó un contrato como fotógrafo oficial de la Administración de Reasentamiento -departamento de Agricultura- (agencia estatal después llamada FSA Farm Security Administration (FSA) creado durante la Depresión para combatir la pobreza rural en Estados Unidos) para fotografiar las comunidades mineras de Virginia Occidental.

Debía testimoniar los estragos de la Gran Depresión. La fotografía de Evans caracterizada por una ausencia de temática y por la distancia respecto al objeto retratado, con el fin de lograr una actitud cognoscitiva y crítica.
Se convirtió en un narrador de historias y condensó ideas en imágenes calculadas para invitar al espectador a participar.

Hizó aquel viaje con su amante y mantuvo su estilo neutral en todo el proyecto.

Estando en Nueva Orleans, tuvo un encuentro con el marido armado, y éste terminó la relación con una carta.

En la FSA había varios fotógrafos: Dorothea Lange, Arthur Rothstein y Jack Delano y otros.

Walker Evans fue una pieza básica del documentalismo.

Pronto se convirtió en una suerte de “líder espiritual” y realizó algunas de las mejores fotos del grupo. Era el más talentoso de todos.

Su técnica se desmarcó del resto del grupo de forma inmediata.

Walker utilizaba una aparatosa cámara 8×10 (abajo, en la foto) en lugar de una portátil de 35mm.

Esta decisión logró crear imágenes de impresionante minuciosidad. Su estilo es directo y literal. Sus imágenes tienen una claridad compositiva donde el encuadre simplificado, frontal y centrado generan imágenes de un extraño estatismo.

Evans busca en su fotografía documental una transparencia del fotógrafo que se mantenga en un segundo plano.

Son fotografías que parecen anónimas, pero con una clara intención autoral que resulta tan compleja como intolerable para Roy Stryker.

El fotógrafo rebelde

Si Walker Evans era el más talentoso de los fotógrafos de la FSA, también era el más rebelde, demandante, difícil, poco comunicativo y hasta extravagante.
Evans enviaba a Washington lo que quiere y cuando quiere.

El fotógrafo veía en gobierno de EEUU a un mero patrocinador y se negó contractualmente a cualquier agenda político/propagandística.

Su fotografía era independiente de normas, estéticas o políticas. Estaba muy lejos de los fines propagandísticos que pretendía la Administración Roosevelt, más cuando Evans trató siempre de evitar el compromiso político.

Además Evans cargaba consigo múltiples cámaras: enviaba a Washington las fotos que no le importaban y se quedaba en su archivo personal con los trabajos que sí le interesaban.

Despedido

Este utilitarismo no llegó lejos: en el primer recorte presupuestal le despidieron. Era 1937. Él tenía 34 años.

Se había enfrentado a las convenciones de la fotografía documental a las que la Farm Security Administration quería que se plegase, y se rebeló a menudo en contra de las peticiones de su supervisor.

Reinventó la fotografía documental

Finalmente, se dispuso a demostrar la sofisticación intelectual de la fotografía documental y reinventó el género como forma de despertar en el espectador una manera original de mirar.

Sin embargo, al cruzar la puerta de la FSA llevaba bajo el brazo las fotografías que constituirían una parte importante de American Photographs y Let Us Now Praise Famous Men, los trabajos más emblemáticos en la carrera de Evans.

Sus fotos de los campesinos eran «tan radicales» que la revista ‘Fortune’ no las quiso publicar

Se tomó tres semanas libres en julio y agosto para un encargo de la revista ‘Fortune’, en la que trabajada: un reportaje que debía escribir escritor James Agee -entonces desconocido- sobre el modo de vida de tres familias de aparceros algodoneros en Alabama (*nota: el contrato de aparcería es aquel contrato por el cual el propietario -cedente aparcero- de una finca rústica encarga a una persona física -cesionario aparcero- la explotación agrícola de dicha finca a cambio de un porcentaje en los resultados).

Aquellos campesinos carecían de propiedad y era un sistema cuasi esclavista, en el que debían entregar su cosecha como pago del alquiler al propietario.
Sus jefes en ‘Fortune’ rechazaron el trabajo por considerarlo demasiado «radical».

Pero tanto Evans como el escritor sabían que aquellas fotos lo valían. Y así lo demostraron años después de su exitoso libro conjunto ‘Lets Us Now Praise Famous Men (1941)’.

Volviendo a 1937, con 34 años, fotografió las consecuencias de las graves inundaciones que asolaron Arkansas y Tennessee, junto con el fotógrafo Edwin Locke.

AMERICAN PRHOTOGRAPHS

En 1938, con 35 años, expuso en el MoMa ‘American Photographs’, una exitosa muestra que hasta 1940 se expuso en 10 salas.

Y publicó su primer libro de ensayo fotográfico.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Subway: retratos en el metro

Y comenzó a fotografiar el metro de Nueva York (él llamaba al suburbano «la oscilante caja de sudor») con una Contax de 35 mm escondida escondida bajo su abrigo, con el objetivo asomando, para fotografiar a la gente sin que se diera cuenta. Lo hizo durante varios años.

En 1940, con 37 años, recibió una beca del Guggenheim, con cuya ayuda acabó sus series de fotos del metro.

Y se casó con Jane Smith Ninas.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Elogiemos a los hombres famosos

En 1941 publicó junto con el escritor James Agee ‘Let Us Now Praise Famous Men’ (Elogiemos ahora a hombres famosos), la crónica de la vida del agricultor.

James Agee fue un novelista, periodista, poeta, guionista y crítico de cine estadounidense. En la década de 1940, fue uno de los críticos cinematográficos más influyentes de los Estados Unidos
El libro fue todo un clásico, que se reeditó varias veces.

El convencimiento de que las fotografías debían entenderse como narrativas lo impulsó a agrupar imágenes sin título ni fecha en aquel libro.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Los años de Fortune 

Realizó fotografías por encargo en Florida, Bridgeport (Connecticut) y Norton (Massachusetts).

Y empezó a usar una cámara de 2 1/4 pulgadas con lentes gemelas réflex.
En 1942, con 39 años, publicó 32 de sus fotografías en ‘The Mangrove Coast’, de Karl A. Bickel. Una serie de fotos cargada de ironía sobre la transformación del territorio a causa del turismo en Florida.

En 1943, con 40 años, comenzó a escribir reseñas de libros sin firmar para Time.

Con 42 años empezó a trabajar en la revista ‘Fortune’ y a experimentar con el color.

En 1945, a sus 42 años, empezó a trabajar como fotógrafo en plantilla de la revista ‘Fortune’, en la que trabajaría durante veinte años.

En 1947 sus fotos se expusieron en el Art Institute de Chicago.

Y un año después, en 1948, con 45 años, creó un estilo fotográfico distintivo para la revista, siendo ya editor fotográfico especial.

Dos años después, en 1950, con 47 años, le nombraron editor asociado de la revista.

Y realizó varios álbumes fotográficos hasta 1965, entre los que destacan Chicago: A Camera Exploration (1946) y Detroit: Labor Anonymous (1946).

Pasa del blanco y negro al color

En esa época comenzó a experimentar con el color, característica de su última etapa y de sus fotos en ‘Fortune’.

Autoproclamado «hombre gris», hasta entonces tildaba la fotografía en color de vulgar, «un revoltijo de azules eléctricos, rojos furiosos y verdes tóxicos».
En 1950, con 47 años, fotografió el paisaje industrial americano visto a través de la ventana de un tren en movimiento, para la revista ‘Fortune’.

Y en 1953, cumplidos sus 50 años, la Fundación Bollingen publicó 113 de sus fotografías de escultura africana en African Folkstales and Sculpture.

1955, su año personal más complicado

En el año 1955, con 52 años, se divorció y falleció su amigo el novelista James Agee.

Publicó ‘The Congressional’.

Y en Fortune se publicaron sus textos sobre el tren entre Washington y Nueva York, con fotografías de Robert Frank.

En 1956, con 53 años, en la revista The Cambridge Review se publicaron sus retratos del metro.

Y en 1959, con 56 años, recibió su segunda beca Guggenheim.

Se volvió a casar y cambió el sentido de sus fotos

En 1960, con 57 años, salió a la venta la segunda edición de Let Us Now Praise Famous Men, modificó el sentido de las fotografías, a la vez que incluye un mayor número.

Y se casó con la diseñadora de moda suiza Isabelle Boeschenstein von Steiger, que diez años después, al divorciarse de él, publicó un libro sobre cómo fue esa década con él y sobre cómo era la vida doméstica del fotógrafo
El libro está ilustrado con 50 fotografías, doce de las cuales son obras inéditas del propio Evans.

En 1962, con 59 años, volvió a editar ‘American Photographs’, acompañado de una exposición en el MoMA. Y recibió el premio Carnegie Corporation.

Profesor de fotografía en la Universidad de Yale

En 1965, con 62 años, dejó la revista Fortune y fue designado profesor de Fotografía y Diseño Gráfico en la Escuela de Arte y Arquitectura de Yale, que curiosamente décadas atrás le había rechazado como alumno.

En 1966, con 63 años, publicó sus retratos del metro con el título de Many Are Called. Y expuso en el MoMa ‘Walker Evans: Subway Photographs’

En 1968, con 65 años, fue investido doctor Honoris causa en el Williams College en el que estudió de joven. Y se convirtió en socio de la American Academy of Arts and Letters.

En 1971, con 68 años, el MoMa acogió una retrospectiva suya, comisariada por John Szarkowski.

BIOGRAFÍA DE WALKER EVANS

Sus últimos años / Polaroid 

En 1973, con 70 años se compró una Polaroid SX-70, con la que haría fotos durante cuatro años.

La Polaroid le libraba del duro trabajo del cuarto de revelado y le acercaba, como un aficionado más, a esa pretensión antiartística que siempre quiso imprimir a su trabajo.

Con la Polaroid captura la tramoya urbana, los signos que le rodean; todo parece fácil, simple, al azar, pero son unas fotos turbadoras al ser reveladas fuera de su contexto.

La Polaroid mostró el mundo a color de Evans. Un cosmos compuesto por señales de tránsito, calles, parafernalia americana, basura…

Esta colección de Polaroids es la quinta esencia de todo lo que apasionó y despreció toda su vida Walker Evans.

Falleció el 10 de abril de 1975, a los 72 años, en New Haven, Connecticut, dos días después de dar una conferencia.

Sufrió una apoplejía masiva.

En 1994 el MoMa adquiere los archivos de Walker Evans

En 2009 su obra se expuso en España, en la Fundación Mapfre.