Eneka Fernández, finalista en PhotoEspaña al mejor fotolibro del año con el volumen en el que rescata la historia de su madre

Eneka Fernández, finalista en PhotoEspaña al mejor fotolibro del año con el volumen en el que rescata la historia de su madre

ARTÍCULO DE ALBERTO MOYANO PUBLICADO EL 29 DE JUNIO DE 2022 EN EL DIARIO VASCO:

‘Gran Sol’ homenajea a las mujeres de marinos que levantaron hogares y familias en soledad

La pasaitarra Eneka Fernández queda finalista en PhotoEspaña al mejor fotolibro del año con el volumen en el que rescata la historia de su madre

Cinco años después de publicar ‘Terranova’, en el que recopilaba las fotografías de icebergs que su padre tomó en los mares del norte durante su trabajo como mecánico de un buque pesquero, Eneka Fernández (Pasaia, 1977) ha contado otra historia a base de imágenes y, en este caso, también textos: ‘Gran Sol’. El volumen, autoeditado con una ayuda del Gobierno Vasco, ha quedado finalista en PhotoEspaña al mejor libro de fotografía de 2022. «Creo que es un libro que llega y que toca», afirma la autora.

Aunque finalmente no ha ganado, el fotolibro de esta pasaitarra, mediadora de Tabakalera en excedencia, ha impactado con la historia de su madre Carmen Entenza, una pontevedresa de 87 años cuya biografía encarna la de tantas y tantas de su época: el siglo XX español. Hija de un pescador al que no conoció hasta los cuatro años, Carmen entró a los nueve años en una escuela de la que salió a los doce para cuidar de sus hermanos, hizo la comunión con un vestido prestado por el cura, se casó de negro en 1954 con un mecánico de barcos, celebró el banquete en el entonces merendero Arzak –«comimos pollo»– y levantó un hogar pasaitarra, mientras criaba a sus siete hijos. Durante todos esos años, el marido pasaba meses y meses en el mar. Una vida sin la épica de los grandes y desprovista de ‘importantes acontecimientos’ que, sin embargo, Carmen «no contempla con amargura, más bien, con resignación», apunta Fernández.

Las mujeres de una época

«Este libro es un homenaje con la intención de convertir en protagonistas las historias pequeñas y cotidianas de una generación de mujeres porque hablo de mi madre, pero a la vez, claramente lo hago de muchas de las de una época», explica la autora de ‘Gran Sol’. Fernández sitúa el origen de este libro en el anterior, ‘Terranova’, en el que recopilaba las fotografías que su padre tomó durante sus campañas en los caladeros de bacalao, «para hablar de mi padre, del hombre que va a la mar, de la paternidad y de muchas otras cosas que en su momento me sirvieron para superar el duelo por su pérdida».

Gran sol

Autora: Eneka Fernández

Estilo: fotolibro.

Editorial: autoedición.

Páginas: 88.

Precio: 14 euros.

Escrito en euskera y castellano, ‘Gran Sol’ no nace con la intención premeditada de dar continuidad a la historia familiar a través del periplo vital de la madre, tras hacer lo propio con el del padre. «Fue un material que llegó a mis manos y quise que viera la luz. Me di cuenta de que los hombres que iban a la mar tenían un anhelo de regresar a un hogar que construían las mujeres que se quedaban en tierra, formando la familia».

La motivación responde a refutar la idea de que «las historias pequeñas no son extradordinarias. Somos muy conscientes del esfuerzo que supone dejar por muchos meses el hogar para faenar en alta mar, pero ¿dónde está la épica de quedarse en casa? Son historias silenciadas, pequeñas sin dejar de ser grandes, y también generacionales. Habrá miles de historias cotidianas y no épicas que no se han contado porque no hay lugares exóticos, ni viajes, ni mil anécdotas, como sí las había en la vida de mi padre».

Admite la autora que esa generación de hombres no destacaba por su gratitud –la madre de Eneka compró el piso de Pasaia en una época en la que las mujeres no podían tener cuenta corriente, con mucho esfuerzo y en ausencia de un marido que, a su regreso, sólo supo decir: «¿No has encontrado nada mejor?»–, pero no se reprocha: «Ellos y ellas sufrían la educación patriarcal, con los roles de género muy marcados y más allá de que albergaran gratitud, no era muy habitual que los hombres mostraran sus sentimientos».

Así como en el caso de su madre, el material gráfico de su infancia y juventud se reduce a un puñado de fotografías –una de estudio con sus padres, la del colegio y la de la comunión–, en el de su padre es más abundante porque «ir al mar suponía tener acceso a tecnología que no estaba disponible en España. Hacía escala en diferentes puertos extranjeros y una de sus adquisiciones fue una Kodak Brownie. Yo no sabía que mi padre fuera un gran aficionado a la fotografía, pero hizo esas instantáneas de icebergs». ¿Por qué motivo? «Él respondía simplemente que porque estaban allí. Con el tiempo he entendido que eso significaba romper la rutina de muchos meses de travesía». Es precisamente a partir de la boda cuando proliferan las fotos familiares de Carmen hechas con esa Kodak Brownie, y ese formato cuadrado.

La intención de la autora es rendir tributo a «las historias pequeñas y cotidianas de una generación de mujeres»

«Los padres únicamente eran proveedores, ni siquiera sabían cómo afrontar la paternidad por falta de herramientas»

Hablamos de una época –el siglo XX– en la que, como indica la autora, «los padres eran únicamente proveedores, ni siquiera sabían cómo afrontar la paternidad porque les faltaban herramientas», y en la que lo normal es que una persona se hiciera a lo largo de su vida menos fotos que las que cualquier joven de hoy en día se hace en una semana a golpe de móvil. «Que haya pocas hace que se les dé mucho más valor y un fotolibro no deja de ser eso: un objeto en el que se atesora algo. Es verdad que en ‘Gran Sol’ las frases de mi madre han funcionado casi como imágenes».

Una tarea «imposible»

Aunque la intención de Eneka era centrarse en Carmen «y no tanto en su marido y en su familia», la tarea ha resultado «imposible en una mujer de su generación, que prácticamente es educada para cuidar de sus hermanos, de su marido, de sus hijos y de sus propios padres cuando se hacen mayores». Fernández reconoce que, «al final, todo son ejercicios de memoria, que también es falsa. Mi madre recuerda cosas que serán verídicas en un tanto por ciento, luego yo lo vuelvo a contar, y son ya filtros y filtros. En el momento en el que seleccionas unas imágenes y unas frase ya estás construyendo un relato».

El fotolibro de Fernández combina las fotografías familiares de Carmen Entenza, con textos en euskera y castellano

Señala su hija que, una vez publicado ‘Gran Sol’ –que toma su título de la calle pasaitarra en donde estuvo el hogar familiar–, Carmen Entenza ha participado en la presentación del libro a través de la grabación de su lectura de los textos. «Me parecía importante que fuera ella con su voz quien narrara su historia y es alucinante cuántas veces sonríe, supongo que ante cosas ya superadas y una realidad muy aceptada. No lo ve con amargura, más bien con resignación».

A juicio de Eneka Fernández, ‘Gran Sol’ ofrece el retrato de «una mujer de una generación muy concreta que ha tenido que lidiar con su época y que ha sobrevivido a esa invisibilidad y esas presiones. Carmen va más allá de sí misma: es Dolores, Paquita y un montón de mujeres más».

Las cartas del padre, a falta de las de la madre

Aún está por concretar, «pero parece que va todo muy encaminado» a que el próximo proyecto de Eneka Fernández esté vinculado a la correspondencia que mantuvieron sus padres, ella en el hogar, él en el barco. Las del padre las conserva la madre; las de ella no se sabe si permanecen ocultas en algún lugar o, por el contrario, el mecánico naval las destruía tras leerlas, para preservar su intimidad en un ambiente tan poco propicio como un pesquero. Eneka Fernández trabaja en el equipo de mediación del Medialab de Tabakalera, aunque está en excedencia para trabajar en la editorial barcelonesa RM.