ENTREVISTA Colita en ‘El Intermedio’ de La Sexta este martes 23 de junio de 2020

ENTREVISTA Colita en ‘El Intermedio’ de La Sexta este martes 23 de junio de 2020

Este martes 23 de junio de 2020 Sandra Sabatés entrevistó en El Intermedio de La Sexta a la genial fotógrafa española Colita (nombre artístico de Isabel Steva Hernández, Barcelona 1940) Premio Nacional de Fotografía 2014 que rechazó por haber sido entregado por la «anticultura». (Ver entrevista)

Comenzó a hacer fotos a los 12 años con una cámara que le regaló su padre, ingeniero. Empezó a fotografiar a sus perros, gatos y familia. Repartía sus fotos y a la gente le encantaba «porque era poco usual».

Y desde entonces lo ha fotografiado todo: desde flamenco a la fotografía de combate feminista, pasando por el cine, la Nova Cançó, la gauche divine, el teatro, el espectáculo, la tauromaquia, el paisaje de amada Barcelona…

Colita fotografió una España «con color de paloma sucia, muy triste, atrasada, inculta y bajo una dictadura férrea y fascista».

Junto con Juanita Biarnés, que hacía fotos en Madrid y Montserrat Sagarra, que como ella fotografiaba en Barcelona, ella era una de las contadas fotógrafas de la España de los años 60.

Sus imágenes sacaban de sus casillas a los censores del régimen y a la Iglesia. La provocación era su arma, dice quien fuera estudiante del colegio de monjas Sagrado Corazón e interna del Opus durante un año en París (estudió Civilización Francesa en la Sorbona).

Su foto de una monja disfrutando con un cilicio le hizo pasar por comisaría. Pero lo máximo fue una bronca y una multa.

El día que Colita se disfrazó para colarse y fotografiar el entierro de Franco

«Me llamaron de Francia para darme la noticia de la muerte de Franco, que en España aún no se conocía. Me llamaron de Cambio 16 pidiéndome que fuera a Madrid porque a sus fotógrafos les conocían, les perseguían y les corrían a gorrazos».

Pudo hacer las fotos porque no la conocían. Se puso una gabardina a lo Ingrid Bergman en Casablanca, en cuya solapa se cosió una bandera de España y haciendo el saludo fascista, Colita se coló en el entierro de Franco, se paseó por donde quiso y pudo fotografiar todo lo que allí pasaba.

Directa, sensible, sin prejuicios y crítica, su producción se define, más allá de la estética, por su sentido de la ética y del compromiso, tanto profesional como social. Su obra no es simplemente un documento de la realidad, sino la proyección de sus experiencias y opiniones, y evita el artificio y las pretensiones artísticas.

Singular y versátil (todo terreno, suele decir ella misma), Colita no ha tolerado nunca manipulaciones en sus imágenes, que deben servirse transparentes y claras como la experiencia vivida.

Su temperamento, criterio firme y claridad de ideas impregnan todo su trabajo, donde las fronteras entre encargos profesionales y series personales a menudo se diluyen. Coherente entre vida y obra, su producción es como una foto-biografía vivida al paso de la actualidad en la calle.