FOTOKALEA consigue que Pérez Siquier conceda su primera videoentrevista a sus 89 años

FOTOKALEA consigue que Pérez Siquier conceda su primera videoentrevista a sus 89 años

Este lunes 13 de julio de 2020 por la noche el genial fotógrafo español Carlos Pérez Siquier concedía su primera videoentrevista a sus bienllevadísimos 89 años y 7 meses. Lo hacía con tremenda generosidad para una audiencia deseosa de aprender del «fotógrafo moderno» para los disfrutantes de ‘La Tercera de Fotokalea‘.

Le contó a su entrevistador Gustavo Bravo que no lo ha pasado mal durante el confinamiento… al haber estado 50 años acumulando material de fotografía, ha recuperado los negativos y las diapositivas 6 x 6 que justo iba a haber llevado al museo que lleva su nombre a digitalizarlo y eso le ha tenido muy entretenido.

Durante el estado de alarma que le impedía salir a la calle a practicar su pasión que sólo ha dejado descansar por fuerza mayor, dedicada una hora al día a sus fotos, otra a escuchar la radio, otra a leer, otra a asomarse por la ‘ventana indiscreta’ de su piso, ubicado en un quinto, a disfrutar cómo el aire incidía en las palmeras y a retratar la vida de sus vecinos…

Porque «como le decía el otro día a mi gran amigo Ramón Massats, yo voy a morir con las fotos puestas, no me quedo en el sillón».

A Carlos el confinamiento no le pillaba de nuevas. Pérez Siquier ya sabía lo que supone, por la experiencia de su obra fotográfica.

«He estado mucho tiempo confinado. Mis fotos estaban en una caja de zapatos de cartón esperando a su momento».

Y no es al único al que le ocurre, confiesa.

«Se están sacando libros de aquellas fotos que tenía yo confinadas, como le está ocurriendo al mejor fotógrafo de España, al Cartier Bresson español, que es Massats. Ahora está exponiendo en Madrid fotos que yo no conocía. Fotos que él tenía confinadas y que parecen jóvenes…»

En la época de su mayor y mejor producción fotográfica, Pérez Siquier no estaba valorado en España. Incluso él mismo no se valoraba.

«Yo nunca me he valorado, sinceramente. Cuando hace unos meses la Fundación Mapfre, que ha expuesto a Cartier Bresson, a Brassaï… a los grandes… me invitó a exponer, me causó sensación. La inauguración de Mapfre fue la convocatoria más grande que han tenido de exposiciones importantísimas. Yo me quedé un poco atontolao y dije ‘ya me puedo morir a gusto’, pero no tengo ganas de morirme todavía. Echas la vista atrás y entras en razón de por qué te valoran…».

«Yo fui un pionero del color. Los críticos dicen que soy un pionero del color no sólo en España, sino en Europa. Y me han llegado a Nueva York como uno de los seis fotógrafos más importantes de Europa».

«El color en los años 80 no estaba considerado ni en el MoMa. Estaba considerado como cosa de revista. Hasta que varios fotógrafos creativos americanos no se lanzaron al color, el color no entró en el MoMa».

Pérez Siquier fue contratado por el régimen junto con Massats y Catalá-Roca para promocionar el Turismo en España.

Viajó por todo el país en busca de fotos para carteles, folletos, guías de turismo… «Se pagaba muy bien y eso me hizo ‘súpervivir'». Amoldaba su estilo a lo que se le pedía.

«Me di cuenta de que para vivir de la fotografía tenía que hacer una fotografía que aunque fuera buena, no tenía que tener el componente totalmente creativo, sino que fuera aplicada a una fotografía un poquito comercial pero con un poquito más de categoría. Cuando alguna foto no tenía interés turístico, me la guardaba para mí. Dominé el color para decir esto es comercial y esto es creativo. Y acerté. Las fotos comerciales me dieron su rendimiento, pero las otras me han servido ahora décadas después como pasaporte de una persona que ha tenido un gran amor a la fotografía pero que no ha vivido de esa fotografía».

Ahora, en la cresta de la ola como se reconoce él desde hace unos cinco años y cuando su obra ha cobrado valor, los coleccionistas se rifan su obra conscientes de que «el paso del tiempo me está afectando a nivel físico. No sé lo que me queda. Pero cuando desaparezca, mi ausencia le va a dar valor a mis fotografías. Ahora estoy vendiendo a coleccionistas. Yo no tuve un libro hasta después de llevar 30 o 40 libros haciendo fotos. Un gran creador me dijo qué buenas fotos haces, te falta un libro. Ahora tengo 30 libros«.

Durante toda su vida, Carlos Pérez Siquier ha hecho fotografías pese a no saberse reconocido en una época en la que la foto no era un arte y que, aunque lo hubiera sido, parecía solo serlo para los autores que miraban en blanco y negro.

«En Europa el único que vivía de la fotografía era Cartier Bresson. Entonces la fotografía no se vendía y el fotógrafo no tenía una categoría social. Era una profesión de segunda. Ahora sí, pero entonces no era a sí. Poco a poco se fue consiguiendo y hoy día sí se puede ser un gran artista de la fotografía. Antes la fotografía no se consideraba un arte».

«Mi mayor satisfacción es que fotos que tienen 60 años están funcionando como si fueran fotos actuales como decía Martin Parr«.

«Las fotos de La Chanca se hicieron en tiempos de silencio en que el blanco y negro era lo apropiado. La tragedia y las situaciones quedaban mejor entre las sombras y las luces. Pero España fue cambiando, llegó el desarrollismo y el turismo y el color invadió nuestra visión. Dejé aparcado el blanco y negro y cogí el color».

«El turismo invadía nuestras playas del sur y varios amigos de vanguardia que íbamos a bañarnos en pelotas dejamos de hacerlo cuando llegó la invasión de esos cuerpos groseros y extraños que hizo que dejase la playa como lugar de baño para experimentar con la fotografía en ese paisaje almeriense».

Sus fotos de ‘La Playa’ nos demuestran que fue un adelantado a su época.

«No soy muy prolífico. No hago muchas fotos. Las fotos de ‘La Playa’ las hacía con Rolleiflex, una cámara que tiene 12 disparos. A cada persona no podía hacerle más de dos o tres porque si no, tenía que cambiar el carrete, esconderme en una sombra a cambiarlo porque estaba a pleno sol…».

«He adquirido una costumbre que sigo aplicando en lo digital. No disparo a tontas y a locas. Hago dos o tres fotos como si fueran analógicas, con una cámara pequeña sin mirar el espejo y no miro cómo ha quedado hasta que pasan unas horas, ya estoy en casa, me tomo un GinTonic y disfruto las fotos como si me acabasen de llegar reveladas».

«El color tiene que tener una personalidad. Tienes que ser coherente en ese color. Es necesario controlarlo. En mi caso, no se lo dejaba a la cámara. Yo, en función de la película, tenía mentalmente la idea de la medición de diafragma y velocidad que tenía que usar. Yo creé el color azul Siquier tan característico y personal. Yo era muy coherente en esa gama de colores. Yo estaba entre la fotografía social y la estética por lo que el color era muy importante al cumplir las dos funciones».

A sus 89 años sigue saliendo a fotografiar, que es lo que le llena.

«Las miradas y los gestos de la gente me dicen mírame, fotografíame. Pero eso sale de tarde de tarde. Yo salgo con la cámara y de pronto surge. Si no llevo la cámara, le hago la foto mental. Y si no es móvil, miro la hora y vuelvo al día siguiente a la misma hora ya con la cámara».

AFAL

Y echando la vista atrás nos habla de lo mejor que ha hecho en la vida: la asociación de fotografía de Almería AFAL.

«Quizá por estar Almería tan apartada y marginada y tener tan poca oferta cultural, hicimos un agrupación fotográfica alejada de salonistas y concursos y sin la intención de mirarnos el ombligo entre unos y otros… Junto con José María Artero, presidente y amigo del alma, decidimos darle un fin social y comunicativo mucho más importante. Vamos a crear una revista, pensamos. Fuimos muy inteligentes».

«Como lo que teníamos allí en Almería no era suficiente, teníamos que valernos de fotógrafos a nivel nacional que nos hicieran llegar sus fotos: buscábamos a los que más destacaban. Los descubríamos en los periódicos y a través del boca a boca».

«Ellos en Barcelona y en Madrid no tenían un soporte para que sus fotos se publicaran y descubrieron que en la revista de Almería tenían un soporte. Escogimos a los mejores y las fotos enviábamos a Francia, Alemania e Italia, con intercambio de exposiciones».

«Fuimos los primeros que expusimos fuera de España: en 1958 en la embajada española de París. Fue una revolución de la fotografía española. La fotografía española, aunque no se podía hacer todo lo que se quería, por la censura y la autocensura, era fuerte. Los franceses se quedaron asustados y en España se dijo ‘hay que tener cuidado con estos tíos'».

La entrevista con Carlos nos ha dejado un sinfín de titulares y aprendizaje

«Si no hubiera sido por la fotografía, yo hubiera sido una persona vulgar y no comulgo con la vulgaridad».

«Lo más difícil de la fotografía es sacar de donde no hay, de lo cotidiano, crear algo que los demás no ven, ver con ojos nuevos aquello que a los demás les pasa desapercibido, y para eso no hace falta viajar. Nunca he publicado mis fotos de viajes, porque no he podido profundizar. No puedo hacer un trabajo por haber estado 15 días o dos meses. Hay que tirarse allí años, entrar en las raíces de cada país. Hay fotógrafos que lo han hecho, que se han pasado un año y medio metidos en un Metro. Pasando toda la vida en Almería, se puede profundizar».

«En fotografía lo importante no es la técnica sino la mirada. Si miras con unos ojos jóvenes estás creando algo». 

«Mi mérito es que soy moderno. Ser moderno es mi forma de ser. Que Dios me lo conserve».

«Tener la cabeza llena de fotos te hace mantener una ilusión y es un ejercicio. Yo he sido y soy un fotógrafo de calle. Voy observando cómo pasa la vida a nuestro lado sin el más leve roce».

Y que siga siendo así por muchos años, Carlos.

G R A C I A S…