Exposición de la fotógrafa Ruth Orkin en Tabakalera San Sebastián del 6 de julio al 6 de noviembre de 2022

Exposición de la fotógrafa Ruth Orkin en Tabakalera San Sebastián del 6 de julio al 6 de noviembre de 2022

FotoGasteiz / FotoKalea.com .- El 6 de julio de 2022 se presentó en Kutxa Kultur Artegunea la exposición ‘La ilusión del tiempo’ de la fotógrafa con vocación de cineasta Ruth Orkin (Boston 1921 – Nueva York 1985) que puede verse hasta el 6 de noviembre de 2022.

Quienes no conocéis su trabajo y os acerquéis este verano al famoso centro cultural donostiarra descubrirés sus secuencias, descomposición del movimiento, duplicación, simultaneidad, su lenguaje visual centrado en la confluencia de la imagen fotográfica y el cine, en la encrucijada de la quietud y el movimiento.

Ruth Orkin, la pasión por fotografiar como un estilo de vida

Ruth Orkin es una leyenda de la fotografía de calle: sus imágenes atmosféricas tomadas en ciudades como Florencia, Nueva York y Londres todavía dan forma a la imagen de estas metrópolis en la actualidad. Pero la especialidad de Orkin no solo abarcaba lo urbano sino también lo personal. Esto es evidente en su ojo único que permitió que sus escenas callejeras ofrecieran de manera constante una visión penetrante de la época y la personalidad de sus sujetos. Y así lo demuestra en sus fantásticos retratos de celebridades como Albert Einstein, Woody Allen y Lauren Bacall. Estas imágenes inimitables aparentemente combinan instantáneas y poses para presentar a la estrella en su papel y al mismo tiempo como un individuo autónomo. Publicado con motivo del cumpleaños número 100 del fotógrafo, este libro ilustrado celebra la vida y obra de Orkin con un panorama igualmente extenso y fascinante de la obra de este artista excepcional.

La exposición permite rescatar la trayectoria de la fotógrafa americana, más allá de sus obras más conocidas.

Ruth Orkin

Hija de Mary Ruby, actriz de cine mudo, creció en los pasillos de Hollywood en los años 1920-1930. Recibió su primera cámara de fotos con 10 años, una 39 cent-Univex con la que se inicia en la fotografía. Pero en realidad, lo que apasiona a Ruth Orkin, es la imagen en movimiento, es el cine. 

Trabajará un tiempo como mensajera en la Metro Goldwyn Mayer, cambiando rápidamente de departamento, pero tomándose el tiempo de dejar vagar su mirada y de aprender seguramente muchas cosas que no cesará de poner en práctica en sus imágenes fijas. Paralelamente, estudiará fotoperiodismo en Los Angeles City College a principios de los años 40 y emprenderá su carrera como fotógrafa de reportajes para grandes revistas ilustradas como LIFE, Look, Ladies Home Journal… 

Pero, implícita en su obra, estará siempre su fascinación por el poder heurístico del cine, y es esta ocasión perdida de desarrollar su vocación la que obligaría a Orkin a bordearla e inventar un lenguaje en el cruce de ambos géneros; un lenguaje que se sitúa en un territorio intermedio entre la imagen en movimiento y la imagen fija, y que induce una constante correspondencia entre dos temporalidades paralelas. Estas líneas secretas no cesan de interferir una sobre la otra, de introducirse una en otra, de confundirse, de abrirse o replegarse una sobre otra.

La exposición

Trazar una carrera de cineasta en los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX era para una mujer un camino lleno de obstáculos. Ellas se ocupaban de nutrir la industria de los sueños, pero no a fabricarlos, así que todas las carreras profesionales tras la cámara estaban incontestablemente destinadas a los hombres. Ruth Orkin (Boston, 3 de septiembre de 1921 – Nueva York, 16 de enero de 1985) tuvo que renunciar a su vocación, o al menos, reconducirla, transformarla; y este contratiempo provocará probablemente que su obra fotográfica sea precisamente como es. 

Si se analiza la obra de Orkin en esta exposición, el fantasma del cine aparece bajo diferentes formas ya desde sus primeras imágenes. Se cuela en las diminutas fisuras del fotograma y genera un doble fondo en la imagen en el que el flujo del movimiento inicia su tempo. Una chispa, una huella que encierra en sí un «efecto-película», un «efecto-duración», una duración simulada como un truco invisible del cine, porque, en definitiva, ¿no es el cine el arte del movimiento producido desde la quietud?

Orkin nunca dejó de combinar las cualidades temporales de la imagen fotográfica para simular el cine. Secuencias, descomposición del movimiento, duplicación, simultaneidad, su lenguaje visual se encuentra en la confluencia de la imagen fotográfica y el cine, en la encrucijada de la quietud y el movimiento. La fotografía de Orkin es un lugar de mestizaje, un espacio que restaura el tiempo y el movimiento, empujando el lenguaje fotográfico más allá de sus límites hasta ceder ante el poder de la ilusión y la magia.

La exposición se articula en 4 ejes que permiten entender la deuda de las fotografías de Ruth Orkin con el cine:

  1. Una mirada dinámica

Si a comienzos del siglo XX la fotografía explora un mundo en constante movimiento, esta terminará por convertirse en movimiento en sí misma. Nueva York, como otras grandes capitales del mundo experimenta cambios considerables en su urbanismo en el cambio de siglo. La modernidad se precipita, el tiempo se contrae, el tráfico se acelera y se densifica. La fotografía se convierte en una herramienta indispensable para descomponer la metamorfosis de la ciudad y dar cuenta de lo invisible. Es en este contexto de riqueza experimental en el que Ruth Orkin —que había reconducido su vocación de cineasta hacia la fotografía—, aparece en la escena artística en el Nueva York de los años 40. Literalmente se inclina sobre el mundo, lo mira desde su ventana y transcribe el ballet incesante de los elementos móviles que son los peatones trazando con su ir y venir el flujo de las migraciones en el corazón de la ciudad. Orkin es espectadora y aplica su visión cinematográfica, restituyendo lo que ve en su totalidad.

2. Desdoblamiento y simultaneidad

La idea de duplicidad y desdoblamiento aparece constantemente en las imágenes de Orkin. Utiliza este procedimiento para simular la idea del tiempo, como un trampantojo. La repetición, incluso la variación de una misma forma en una imagen, como si se tratara de dos fotogramas yuxtapuestos, es ya el comienzo de una secuencia fílmica. Por este simple juego que consiste en hacer coexistir en la misma imagen dos fenómenos discontinuos, dos, o incluso tres formas similares, en general, personajes cuya similitud aparente reta la mirada del espectador. El ojo recompone el movimiento por un mecanismo óptico conocido como «persistencia retiniana», y genera la ilusión del tiempo.

3. Secuencias

El fotograma es un intervalo, un intersticio, es en el cine la unidad elemental a partir de la cual puede elaborarse una película por la simple acción real o simulada del desplazamiento. En su intento constante de mostrar la ilusión del tiempo, Ruth Orkin volverá varias veces en su carrera sobre el principio de la cronofotografía inventada por Eadweard Muybridge, consistente en cortar una secuencia narrativa en varias imágenes estáticas, que serán posteriormente colocadas una tras otra en orden cronológico. 

Orkin registra con su cámara fotográfica, una escena en su integridad, manteniendo el mismo encuadre para garantizar la plena linealidad del tiempo. La unidad se vuelve múltiple, y es en el intervalo, en su intersección, en su raccord, donde el tiempo se abre paso.

4. Storyboard y fotonovela

En diferentes momentos de su carrera, Orkin elabora escenarios narrativos a través de imágenes fotográficas cuyo montaje o disposición se acerca al del cine. Fue el caso de su primer «largometraje fotográfico», cuando documenta su viaje en 

bicicleta desde Los Ángeles a Nueva York en 1939, como una road movie. Este primer trabajo fototgráfico es una película en sí mismo, y traza el itinerario y la duración del viaje con una linealidad cronológica propia del cine, y su montaje en álbumes e grandes hojas se asemeja al de un storyboard (guion gráfico). 

Algunos años más tarde, Orkin empleará otro modelo narrativo, la fotonovela, para elaborar su proyecto American Girl in Italy (1952). Hacía posar a la protagonista, Jinx Allen, como una actriz de cine mudo, exagerando la mímica para que la imagen adquiriera toda su potencia narrativa, como si se tratara de una parábola. Plasmada en una sola secuencia, este trabajo hace referencia a las primeras películas de la época primitiva del cine.

La exposición se completa con 3 fragmentos de la película The Little Fugitive (1953), que Ruth Orkin dirige y guioniza junto a Ray Ashley y Morris Engel, y que se proyectará en la sala de cine de Tabakalera

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