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Isabel Muñoz

por Gustavo Bravo

Vida – Obra – Biografía

GRANDES FOTÓGRAFOS Y FOTÓGRAFAS

Isabel Muñoz

Isabel Muñoz (1951) es fotógrafa Premio Nacional de Fotografía que considera que los cuerpos hablan como si fueran libros y que si bien la sonrisa puede engañar, los ojos nunca pueden hacerlo. Sus obras son reflejo de una mirada en permanente búsqueda. Para Isabel Muñoz la fotografía cuenta cosas, como un lenguaje.

Busca combinar el compromiso social con la búsqueda de la belleza, ahondando en temas como el cuerpo, el rito o la diversidad cultural.

Su mejor versión radica en el dinamismo que consigue en imágenes fijas, gracias a las diagonales y las curvas que traza de los cuerpos, las perspectivas y las deconstrucciones.

Piernas, brazos y manos son las palabras con las habla Isabel Muñoz.

Última actualización: enero 2023

«Yo creo en el mestizaje. Todos esos cuerpos están contando cosas. Los cuerpos, según como los fotografíes, son ambiguos y a mí me gusta la ambigüedad»

– Isabel Muñoz

PRIMEROS AÑOS

Biografía de Isabel Muñoz 

sabel Julia Muñoz Villalonga nació en Barcelona el 26 de febrero de 1951, en el seno de una familia acomodada que vivía en la calle Muntaner, en la Diagonal.

Hija de un abogado empresario catalán y madre valenciana, estudio hasta sexto y reválida en el Colegio de los Sagrados Corazones de Barcelona, que consideraba una cárcel. En su tiempo libre, volaba sola en su mundo interior, muy amplio, y practicaba la danza en casa, si bien su madre no le dejó recibir clases. Una frustración que pudo tener que ver con su posterior obsesión con el cuerpo.

Vivía pared con pard con una sala de cine y de noche escuchaba los diálogos, los susurros, la música… e imaginaba…

A los 12 años se compró su primera cámara con sus ahorros: una Kodak Instamatic. Y hacía fotos a personas, esculturas y arquitectura
Era disléxica y muy mala en conducta hasta los 13 años, cuando descubrió su interés por la física, la química y la filosofía.

A los 15 años (1966) dejó de estudiar para ocuparse de la casa.

A los 19 años (1970) se mudó con su madre a Madrid, donde vivían sus abuelos maternos y empezó a trabajar en una compañía de seguros. Pero su gran pasión era la fotografía. Se compró un curso CEAC de fotografía por correspondencia pero sólo leyó el primer tomo.

Empezó a salir con el ingeniero industrial Jesús Castelo, amigo de sus tíos a quien conocía desde los nueve años, de cuando bajaba a Madrid a visitar a sus abuelos y se casó con él en dos años, con 21 años (1972).

En 1973, con 22 años, nacieron sus hijos Julio y Manuel.

Fue su marido quien le enseñó a revelar.

En 1975, con 24 años, sufrió un grave accidente que le llevó por un rato al otro lado, cuenta ella. Ahí nació su espiritualidad, confiesa. La creencia en que hay algo más que la pura materia, que somos algo más.

A los 29 años (1980), cuando sus hijos ya tenían cinco años, se planteó estudiar fotografía o la carrera de ciencias exactas porque le gustaba lo arquitectónico, lo espacial.

«Siempre veo los edificios, los espacios desde arriba, como si volara. De las ciencias me gustaba esa parte más abstracta».

Su marido le aconsejó que optara por la fotografía. «Y acertó», reconoce ahora ella.

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Años 80: estudios, primeros trabajos y estancia en New York

Se matriculó en la escuela Photocentro y allí conoció a Ramón Mourelle («le debo tanto, fue mi profesor y amigo, tan generoso y sabio») y a Eduardo Momeñe, de quien fue ayudante: cargaba su Hasselblad y le revelaba.

Momeñe le dio un consejo valiosísimo: «Isabel, la mejor manera de aprender es mantener los ojos bien abiertos. Tienes que ver, ver, ver». Momeñe le descubrió nombres, épocas, movimientos, el surrealismo, a Artaud, A Man Ray

Su primer trabajo se lo encargo su amiga Chusa Tarango. Era un reportaje de la empresa Leño, que hacía muebles con vigas viejas. El reportaje se publicó en ‘Nuevo Estilo’ a doble página y gustó tanto que empezó a trabajar sin parar como freelance.

A los 30 años (1981) empezó a devorar libros de grandes fotógrafos y conoció al director de fotografía de cine Tote Trenas, que le introdujo en el mundo de la fotografía para cine.

Un familiar de Isabel Muñoz, José Miguel Juárez, productor de cine, le encargó hacer la fotofija de la película ‘Sal gorda’ de Fernando Trueba.
El foto fija es la persona que se encarga, durante un rodaje, de hacer fotografías que después se utilizarán como imágenes publicitarias de la película. También puede servir de referencia para las escenas que deberán rodarse posteriormente. En este caso, trabaja en colaboración con el script, que es la persona encargada de llevar un control exhaustivo del guión durante el rodaje.

Conoció de primera mano lo que se hacía en fotografía de cine e innovó dando las tiras de pruebas supergrandes.

Le divertía mucho buscar encuadres y sobre todo jugar con la luz.

Se siguió formando en cursos de vídeo y cine y aprendió de grandes maestros como Hitchcock.

Por ello, decidió mudarse a Nueva York. Era 1982. Ella tenía 31 años y se matriculó en la Visual Art Studies de Rochester (Nueva York). Allí descubrió el collage con John Wood y cianotipia con Martha Madigan.

Le interesaban los modos de revelar del siglo XIX y empezó a obsesionarse con el modo ideal de reproducir los tonos y las texturas de la piel. Por ello continuó sus estudios en Maine, con Craig Stevens, quien le acercó a la técnica del revelado con platinos, usada tradicionalmente en paisajes y bodegones.

De Robert Steinberg aprendió las reacciones de la luz sobre papel con albúmina (* Proteína soluble en agua, característica de la clara de huevo y presente en la mayoría de los organismos) y con Neil Selkirk aprendió la magia de la luz.

Después estudiaría el gran formato en el International Center of Photography de Nueva York (ICP).

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Vuelta a Madrid: el comienzo de una carrera vertiginosa

En, 1986, a los 35 años, regresó a Madrid. Su amiga Chantal Cottard, en cuya revista ‘La Guía del Niño’ había colaborado antes, le habló a la directora del Instituto Francés de Madrid de su trabajo y logró realizar allí su primera exposición, llamada ‘Toques’. Eran piezas de gran formato realizadas en telas y papeles de acuarelas sin marco (para que el público tomara contacto directo). Eran trozos de cuerpos, fragmentos. «Cuando no ves la cara, la imaginación se dispara», decía ella.

Los periódicos y revistas se hicieron eco de aquella exposición.

Al año siguiente, en 1987, con 36 años, expuso trozos de cuerpos a dos en la Asociación Cultural Hispano – Norteamericana de Madrid. Era fotos que había tomado en Estados Unidos. Gestos al vuelo. Encuadres robados al modelo. La prensa se interesaba por su obra.

Este año 1987 hizo su segundo trabajo como foto fija en el cine, para la película ‘En penumbra’, de José Luis Lozano.

En 1988 empezó a trabajar en su famosa serie ‘Tango’, que expuso en 1989 en la sala Spectrum de Zaragoza. En ese año 1989 tres mujeres fotógrafas exponían en Madrid (Cristina García Rodero, Christine Spengler y ella y la prensa -el diario ABC- tituló «Tres mujeres frente al mundo, el demonio y la carne».

Para Tango, baile de seducción «machista, en la que el hombre manda con las manos» a su parecer que practicaban sus padres y que le encandilaba, hizo fotos en España y Argentina, país al que fue de la mano de su amiga Chantal Cottard. En Buenos Aires fotografió a bailarines en viejos burdeles y populares cafés de la periferia de ambiente «barriobajero» en los que las mujeres pagaban 10 y los hombres 100 y no se hablaba y todo era cintura y arrebato.

Son lugares en los que sólo se va a bailar y está prohibido hacer fotos, pero ella fue a fotografiar y fotografió pedazos de cuerpos, fracciones. El rostro nunca se veía.

Periódicos y revistas comenzaron a ensalzarla. De ella decían que fotografiaba la textura del deseo, alquimia, sutileza de técnica y tonos, ‘Todo lo que necesitas es amor’…

Y ese año murió su madre. Estaba muy enferma y se lo ocultó a Isabel, que despegaba profesionalmente y no quería entorpecer su ascenso.
Ese año también compró la nave de la calle Pajaritos 25, en el distrito de Retiro, entre Pacífico y Conde de Casal, que es su estudio actual y que sustituye al de la calle Hortaleza, que sólo tenía 100 metros. Era exactamente lo que quería. Una fábrica abandonada en los años 50 con varias plantas.

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Años 90: salto a la fama internacional 

En 1990, con 39 años, viajó a Paris animada de nuevo por su amiga Chantal Cottard para mostrar su obra.

Allí conoció al responsable de comunicación de la Mois de la Photo Joel Brade, y ese mismo año logró exponer en Paris sus fotos de Tango y Flamenco. Fue en la galería Cour Interieure de Jean Pierre Lambert. Pero sobre todo en París, centro de la fotografía europeo e internacional. La prensa pronto se hizo eco y no paraban de hablar de ella.

Ese año 1990 falleció en accidente su hijo Julio, con tan solo 17 años. Volvió a su estudio y trabajó con más fuerza. «Para mí la vida se compone de fotografía y afectos», dijo.

En 1991 se fue de gira con su serie Tango por Francia y España. Todo un éxito de crítica.

Tras Tango, retomó la serie Flamenco, que había abandonado provisionalmente.

En 1992 expuso su serie Flamenco en Norfolk, Virginia, EE.UU y una combinación de Tango/Flamenco en España. Y por primera vez acudió a la feria de arte ARCO, de la mano de la fotogalería Spectrum de Zaragoza.

Este año empezó a fotografiar su otra gran pasión: la taurina, retratando durante cinco años a su torero favorito: Joselito.

Y viajó a Turquía y Egipto para hacer las fotos de su proyecto ‘Oriental y oriental arquitectura’. En Egipto fotografiaba tumbas y falos enormes. Y pelo y trenzas. Y de Turquía le llamaban la atención los harenes, la sensualidad de los vestidos y la danza, los luchadores de aceite…

Ese año 1992 editó en París uno de sus libros más hermosos y originales en platino: ‘Parade Nuptiale’ y en Vigo, ‘Corpo a corpo’.

En 1993 descubrió Asia. Viajó a Japón. Expuso Tango en Tokio.

Este año publicó los libros ‘Flamenco’ y ‘Tango’.

En 1994 expuso su serie Oriental en Madrid y sus fotos llegaron al Museo de Antropología de Madrid. Este año publicó el catálogo de ‘Fragmentos’.

Fotografió por encargo a Antonio Canales.

En 1995 expuso su serie Tango en Photosynkyria 95, Tesalónica, Grecia. Y estrenó ‘Tauromaquias’ en los Encuentros de Fotografía de Arlés, Francia. El libro se agotó inmediatamente.

El fotógrafo José Manuel Navia, editor de El País Semanal, le encargó fotografiar a la compañía de Víctor Ullate. El texto lo escribió el periodista Goyo Rodríguez, gran amante de la danza clásica, que le enseñó a fotografiarla. A raíz de esto le salieron trabajos de encargo para fotografiar a su estilo a toreros, modelos, personalidades, bailaores de flamenco, atletas, temas sobre erotismo…

El Círculo de Bellas Artes expuso su serie ‘Fragmentos’.

En 1996 viajó a Camboya, país del que regresó herida. Su visión de la fotografía, su sentido, cambió allí. Ya no trabajaría igual a partir de ese momento. Le impresionó la situación social del país. Tanto dolor y ningún lamento. Sentí que mi foto mentía y cambió la dirección, porque no quería mostrar la verdad a medias…

En 1996 se divorció tras 24 años de matrimonio.

En 1997 publicó ‘Figures sans visages’ y ‘Rome l’invention du Barroque’.

En 1998 expuso sus trabajos ‘Lucha turca’ y ‘Camboya’ en Leganés. Fue a Burkina faso e hizo su famosa foto de los labios con forma de corazón.

«El cuerpo es el mejor libro»

– Isabel Muñoz

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Viajes, exposiciones, libros, crisis y grandes premios 

En 1999 obtuvo el premio World Press Photo en la categoría Arte y Entretenimiento y viajó a China a fotografiar a los monjes del monasterio de Shaolín.

En el año 2000 viajó a Brasil en busca de bailarines de Capoeira.

En 2001 regresó a Cuba a retratar la danza cubana.

En 2002 tuvo una crisis. Y la superó con su mejor terapia: la fotografía. Le encargaron fotografiar la historia de Castilla La Mancha. Los retratos que hizo en Cuenca y la reflexión que le supuso fueron una cura para ella. Con el trabajo ‘Cuenca en la mirada’, volvió a redescubrir la magia del retrato.

Tras Cuenca, regresó a África en busca de tribus.

En 2003 regresó a Camboya a retratar la lacra de la prostitución infantil llamada por una ONG. Ese año empezó a interesarse por la fotografía en color y empezó a trabajar el color digital.

En 2004 obtuvo el premio World Press Photo en la categoría Retratos.

En 2005 viajó a Irány realizó los trabajos El suhjune y Bam en la memoria.

En 2006 fue Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid. Ese año viajó a El Salvador a fotografiar tribus urbanas: las maras.

En 2007 expuso en 15 escenarios distintos.

En 2008 viajó a Camerún de la mano de otra ONG para fotografiar a las minorías étnicas. Allí nació el proyecto ‘Nuestro pequeño mundo’, en el que cada fotografía de cada niño representaba un derecho, encargo de El País Semanal para conmemorar el 20º aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño.

En 2009 viajó a 20 países y seguía inaugurando exposiciones y trabajando sus fotos. Este año 2009 recibió el Premio PHotoEspaña y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes. Tenía 59 años.

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Premio Nacional de Fotografía 

En 2010 publica sus obras maestras y en 2012 Photobolsillo.

Se va a Papúa Nueva Guinea donde sus habitantes también decoran su cuerpo y al igual que sucedía en las tribus de Etiopía, se inspiran en la naturaleza que les rodea para confeccionar los adornos que utilizan para celebrar sus ritos.

Y prosiguiendo con los ritos se va a Bolivia y fotografía a bailarines cubiertos de arcilla portando máscaras precolombinas que revelan su riqueza mitológica incaica. También fotografía la adoración a calaveras, las ñatitas, culto a la muerte y a la vida, todo devoto tiene una ñatita en un lugar destacado de su casa.

Tan cerca de los orígenes vuelve su mirada a los grandes simios en busca de la humanidad primitiva. Viaja varias veces a la República Democrática del Congo, también a Borneo y a centros de acogida y atención de primates y a finales de 2015 inaugura en la galería Blanca Berlín de Madrid la exposición Álbum de familia.

En sus viajes a la República Democrática del Congo conoce a Caddy Adzuba y a través de ella la dramática situación de mujeres y niñas en Kivu Sur, al este del país. Las fotografías se exponen por primera vez en el Instituto Francés de Kinshasa y posteriormente en Bukavu. Casa África en Las Palmas produce una nueva exposición que acompañada de testimonios en video de las propias mujeres se pudo ver posteriormente en el Museo Antropológico de Madrid.

En 2016 recibe el prestigioso Premio Nacional de Fotografía por «su trayectoria profesional, en la que combina el compromiso social con la búsqueda de la belleza, ahondando en temas como el cuerpo, el rito o la diversidad cultural».

En 2017, con motivo del World Pride Madrid, expone en Centro Centro Madrid El derecho a amar con fotografías de su serie Identidades, que inicia en 2007-2008 con los transexuales en Brasil, incluye también fotografías de su serie Hijras que constituyen el tercer género en la comunidad hindú y en múltiples sesiones realizadas a lo largo de los años en su estudio de Madrid a personas de diversa orientación sexual.

En 2018, Muñoz da a conocer uno de los últimos proyectos en los que se encuentra inmersa, Agua. Presentándolo en Blanca Berlín Galería bajo el título Agua y como parte de la exposición retrospectiva organizada en Tabacalera La antropología de los sentimientos.

Con esta serie Isabel se cuestiona qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos y nietos si seguimos echando plásticos y basura al mar.

«Una de las partes que más me interesa de la fotografía es el lenguaje. Yo he encontrado en la fotografía una forma de compartir y de contar cosas»

– Isabel Muñoz

Isabel Muñoz en su estudio

BIOGRAFÍA DE ISABEL MUÑOZ

Proyectos recientes 

En otoño de 2019 Isabel Muñoz retrató a los aspirantes a la presidencia del Gobierno frente al espejo y en la soledad del poder.

Su obra forma parte de colecciones como la de la Maison Européenne de la Photographie (París) y el New Museum de Nueva York, entre otras.

Actualmente reside en un ático junto al Bernabéu. Ahora es cuando se siente realmente libre al afirmar que de las manos de su padre pasó a las de sus esposo y a las de las siguientes parejas que tuvo. Con su pareja actual mantiene una relación por Skype cuenta.

En su casa guarda la Leica de su padre y la Rollei de su madre, si bien ellos no valoraban la foto como un arte. Guarda su primer autorretrato, de sus piernas, tomado en 1994 para una exposición colectiva en la galería Railowsky de Valencia y objetos con forma de corazón y de penes erectos. Los símbolos fálicos con constantes en cuadros y esculturas. Tiene un estante repleto de arte y erotismo, de literatura erótica, de cuerpos. culos, pubis…

En la primavera de 2020, Isabel Muñoz fotografió para el número de junio de la revista Vogue (que salió a la venta el 21 de junio) a los héroes anónimos de la pandemia del Coronavirus: sanitarios de hospitales madrileños, farmacéuticos, bomberos, periodistas, transportistas, cocineros…

Isabel Muñoz, a quien el estado de alarma pilló en Japón -regresó a Madrid a los dos días de su decreto- se inspiró en las pantallas protectoras de plástico que usaban los trabajadores de primera línea, buscando «reflejar el efecto que tienen en nuestra mirada, cómo vemos y cómo nos ven».

«No trabajo para ningún periódico y no podía contar con ningún salvoconducto para trabajar. Así que, en pleno confinamiento y mientras otra gente se ponía a hacer mascarillas, yo empecé a publicar algunas de mis fotos, ya fuesen con un matiz esperanzador o sensual, en Instagram.

Era un gesto, al menos, pues me sentía mal por no poder hacer mucho más en aquella situación. Entonces tuve la suerte de que Vogue me hiciera ese encargo, fue en la primera quincena de abril, y la verdad es que no lo dudé.

Claro que pasé miedo, porque en ese momento aún no sabíamos nada y, por mi edad, era un riesgo, pero el poder contar aquello y rendirles homenaje fue muy importante para mí. Valoré muchísimo la valentía de personas como el equipo de la UVI del Severo Ochoa, pero también de toda la gente que, de alguna manera, se jugó la vida para hacer posible aquel reportaje en un momento tan crítico. En aquellos días vi muchas cosas, había historias preciosas como las de los profesionales que daban sus móviles a los familiares para ayudarles a despedirse de sus seres queridos. Algunos contaban que se encontraban con esos pacientes con el móvil en la mano y que ya no…».

Estas fotos formaron parte de la exposición ‘Tiempo detenido. Memoria fotográfica del confinamiento’ de PhotoEspaña‘. 

El 12 de mayo de 2021 protagonizó el cuarto capítulo de la segunda temporada de ‘Detrás del Instante’ en La2 de TVE.

El 14 de febrero de 2022 ha sido elegida miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf). Ha sido en la primera votación, por mayoría absoluta, con 25 votos a favor y solo una abstención.

“Para mí, es importante este nombramiento para poder devolver a la fotografía algo de lo mucho que me ha dado”.

El 29 de enero de 2023 se ha convertido en la sexta mujer de la historia de España en ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, primera fotógrafa. Éste ha sido su discurso.