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Joan Fontcuberta

por Gustavo Bravo

Vida – Obra -Biografía

GRANDES FOTÓGRAFOS Y FOTÓGRAFAS

Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta (1955) es un periodista, fotógrafo, artista visual, estudioso de la fotografía, docente, crítico, comisario de exposiciones e historiador que ha revolucionado la Fotografía, que entiende como arte filosófico.

Fontcuberta ha sido galardonado con el Premio Nacional de Fotografía, el Premio Nacional de Ensayo y el Premio Hasselblad.

Última edición: marzo 2023

Foto dcha: Estela de Castro

«Pienso que una fotografía vale más que mil mentiras. Me gusta tender trampas, provocar desconfianza, hacer un juego de ilusiones, prestidigitar, lograr que el espectador mire a otro lado ¡y colársela! Pretendo desenmascarar los mecanismos del engaño. Esa duda no debe ser un mecanismo de parálisis»

– Joan Fontcuberta

Fontcuberta para principiantes

El profesor de fotografía Gustavo Bravo dibuja los principios teóricos y plásticos de la obra del Premio Nacional de Fotografía y premio Hasselblad 2013 Joan Fontcuberta.

Esta ponencia se publica como ejemplo de los contenidos formativos que desarrollamos dentro de la escuela online de formación continua ‘La Terc3ra’ de Fotokalea.

Puedes disfrutar de contenidos como estos en directo si te apuntas a La Tercera.

PRIMEROS AÑOS

Biografía de Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta nació el 24 de febrero de 1955 en Barcelona.

Su nacimiento estuvo íntimamente vinculado a la fotografía, porque fue gracias a una foto como sus padres se enamoraron.

«Mis padres se conocieron a través de lo que hoy sería Facebook. Como en los años 40 no existía Facebook (se creó en 2004), lo hacían por sistema postal. Es una anécdota muy bonita que tiene implicaciones fotográficas. A mi padre por poco lo mandan a la guerra, en la ‘Quinta del biberón’ (la Segunda República llamó a filas a 27.000 adolescentes cuando la derrota en la Guerra Civil era inevitable). Se escapó por los pelos. Acabada la contienda, se fue a hacer la mili a Melilla. Allí se pasó cuatro años. Era la II Guerra Mundial. De vez en cuando veían pasar un avión, algún avión derribado y tenían que ir… Total, que se aburría, como el resto de reclutas. Entre varios de ellos, uno era de Logroño… se intercambiaron direcciones de chicas que conocían en sus ciudades de origen. Todos escribieron la misma carta -mi padre se la sabe de memoria- y se la enviaron a todas las chicas acompañadas de una foto que les hizo un fotógrafo minutero de Melilla. Una de estas cartas copiada a mano junto a la foto de mi padre fue a parar a mi madre, que pensó ‘carai, qué tío tan guapo’. Esa foto fue el detonante de una relación al principio epistolar. Luego se conocieron en un permiso y al cabo de los años se casaron. Si esa foto hubiera estado desenfocaba y no hubiera tenido ese capacidad y ese poder de seducción quizá yo no estaría hoy aquí. No lo digo de una manera simbólica. Es absolutamente verídica. Si esa foto no hubiera sido realizada, yo no estaría aquí».

Joan Fontcuberta vino al mundo gracias a aquella foto y de adolescente se enamoró de la Fotografía en el colegio, cerrando un círculo que haría girar el resto de su vida.

«Fue como una cierta epifanía para mí. En la escuela, haciendo Bachillerato, tuve un profesor magnífico de Historia del Arte y Literatura que era Francesc Garriga. Era aficionado a la fotografía. Montó un laboratorio y, como buen profesor, nos llevaba a hacer visitas a un castillo, a un monasterio románico… y nos pedía que hiciéramos trabajos escolares ilustrados con fotografías que teníamos que tomar. La primera vez que entré en aquel laboratorio rudimentario y vi que en un papel blanco que poníamos en una cubeta con un líquido aparecía una imagen me pareció un milagro, algo mágico. Un juego de manos… Y me dije ‘yo quiero hacer eso. Yo quiero dedicarme a hacer eso’. Ése fue el primer momento. A partir de ahí empecé a pedir la cámara de mi padre, luego los reyes magos me obsequiaron con una cámara propia… Y a partir de ahí el gusanito ya estaba. De ahí viene la fascinación por la experiencia de hacer la imagen. Pero no fue hasta la Universidad, donde cursé ciencias de la información, cuando tuve conciencia de la dimensión artística, ideológica, política… de la fotografía. Hasta ese momento era una manera de generar imágenes».

 Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta

«No se elige la fotografía, la fotografía elige a sus operadores. Los azares de la vida nos llevan ahí. Pero hay datos concretos que pueden dar ciertas pistas. Por ejemplo, mi padre tenía una agencia de publicidad y yo de pequeño en mis ratos libres en vez de irme al parque me gustaba meterme en el estudio gráfico, en el laboratorio con los fotógrafos… y el gusanillo de la imagen y de la comunicación visual para mí era un entretenimiento muy creativo y apasionante. Ahí había ya un punto de arranque»

– Joan Fontcuberta

«Mi paso por la universidad (yo no estudié Bellas Artes, soy autodidacta en fotografía) como estudiante de Ciencias de la Información -trabajé luego en Publicidad y Periodismo y el hecho de darme cuenta de la importancia que tenia la Fotografía y la imagen en general en el formateo de una cierta opinión pública me hizo decantarme hacia el uso de este instrumento como ámbito de experimentación»
– Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta

«Me fascina la ciencia ficción. Las ficciones ya no son el extremo opuesto de la realidad sino formas que nos ayudan a estructurar un determinado modelo de realidad. Hoy realidad y ficción conviven y no podemos destruir un extremo sin que el otro también se disuelva. La ficción debe ser reformulada en la cultura digital»
-Joan Fontcuberta

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Años 70: de Periodismo y fotomontajes a reflexión y nuevos formatos

Corrían principios de los años 70 y Joan Fontcuberta quería ser fotoperiodista, así que en 1972 se matriculó en la Universidad Autónoma de Barcelona para estudiar Ciencias de la Información (hoy Periodismo).

«Me interesaba la foto documental, que en ese momento tenía mucha fuerza, pero tuve un accidente en mi mano izquierda y no la puedo utilizar. En las clases de química de la escuela hacía experimentos con explosivos. Inventé una fórmula fantástica de pólvora negra. Hacía submarinos, cohetes, bombas, minas… Era un poco bestia. Lo hacía muy bien, pero en un momento dado no calculé bien y me estalló uno de estos artefactos en la mano. En Urgencias, la primera idea del médico era amputarme prácticamente el antebrazo, pero pudieron recomponerme los trozos de la mano que fueron quedando desperdigados. No puedo utilizar la mano izquierda, con lo cual con la cámara soy muy lento. Prácticamente tengo que utilizar la cámara con un trípode.
Quizá por eso mi trabajo es muy reflexivo y meditativo, de tomarme mi tiempo. Pero no me duelen prendas… No he hecho una carrera en el ámbito del fotoperiodismo. Seguramente lo de mano no es más que una excusa que me doy a mí mismo. Luego he visto que no tenía ojo de fotoperiodista, esa mirada tan particular… Carezco de esa mirada».

Durante la carrera, compaginó sus estudios con trabajos periodísticos y publicitarios que afilaron su dominio de las técnicas de persuasión y comunicación visual. Era el final de Franquismo y un joven Joan Fontcuberta con un fuerte espíritu crítico y radical empezó a trabajar con la fotografía directa y la fotografía manipulada, a través de la que podía dar rienda suelta a su imaginación y con la que produjo montajes para ilustrar folletos y carteles para asociaciones sociales y sindicales formados por imágenes violentas y provocativas inspiradas en el neodadaismo (movimiento de artes sonoras, visuales y literarias, similar en propósito y método a su movimiento predecesor, el dadaísmo -movimiento cultural y artístico creado con el fin de contrariar las artes). Joan Fontcuberta exploraba el poder del fotomontaje y de otras técnicas de manipulación de la veracidad convencionalmente aceptada hasta entonces en la imagen fotográfica.

«Cualquier cosa que imaginemos, pasará. Esas relaciones entre realidad y ficción no dejan de ser espacios de intersección que dependen de una teoría estadística. En mi trabajo ha sucedido a veces: yo imagino proyectos absolutamente desquiciados e imposibles y luego, al menos fragmentariamente, suceden en la realidad o tienen unas conexiones en la realidad y esto hace que muchas veces sean verosímiles. En el fondo la credulidad no deja ser una de las inercias humanas psicológicamente más constatables. Nos resulta mucho más cómodo y más fácil creer que dudar.

Creer significa mantener una posición de pasividad con respecto a nuestro interlocutor. El cambio el excepticismo, la reacción… implica un esfuerzo activo de confrontación. Mi trabajo tiene unas intenciones hasta cierto punto profilácticas, de intentar prepararnos para esa pasividad respecto a la información que recibimos de los medios, las instituciones, las plataformas de comunicación etc».

En 1974, con sólo 19 años protagonizó su primera exposición fotográfica en la Sala Aixelà de Barcelona y con el paso de los años y habiendo ya acabado la dictadura, a finales de los setenta se volvió más reflexiva y conceptual.

«La Fotografía no es un procedimiento ni un instrumento. Es una forma de pensar. Todos somos fotógrafos porque somos pensantes. La Fotografía rebasa el ámbito del arte y de la comunicación. Permite radiografiar cómo estamos. Es como un termómetro que puede darnos una temperatura del momento actual»

– Joan Fontcuberta

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Fontcuberta pasa de alumno a profesor con sólo 23 años

En 1978, con 23 años, empezó a trabajar como profesor en la Facultad de Bellas Artes, en la fue docente hasta 1986.

«La vocación pedagógica siempre ha ido uno de los elementos que ha guiado mi actividad. Me he dado cuenta de que la fotografía no debería formar parte del curriculum de las Bellas Artes sino de la Filosofía. Para mí la cámara no es un instrumento inocente, inocuo, neutral… sino un aparato cargado de ideología. Cuando nosotros apretamos el disparador de la cámara lo que hacemos es apretar un resorte que pone en marcha toda una serie de automatismos ideológicos. Desde la representación griega, el renacimiento, la perspectiva central el empirismo etc etc. En el fondo lo que hacemos es concentrar toda una forma de ver el mundo (una especie de ‘cosmovisión’), la concentramos en aparato que de alguna manera supone la subjetividad de un ojo que se enfrenta al mundo y que estable una distinción entre sujeto y objeto. La Fotografía no debe medirse por unas cuestiones técnicas de luz, óptica, mecánica etc sino por unos valores culturales o ideológicos como verdad, memoria, identidad.

La Fotografía no debería definirse tanto por un procedimiento sino por ese conjunto de contenidos, de valores e incluso de funciones. A diferencia de os dibujos, utilizamos las fotografías para salvaguardar memorias, refrendar experiencias, precisar detalles que queremos no olvidar… Hay unos cometidos muy específicos para la fotografía».

«Mucha parte de mi trabajo ha consistido en hacer pedagogía crítica. Intento decir ‘cuidado, esos valores que incrustamos en la imagen fotográfica no son inherentes al propio proceso tecnológico de la producción de la imagen’. Disparar la cámara activa todos los estos resortes ópticos y químicos pero también los ideológicos y políticos».

«La Fotografía tiene que ver el telégrafo, con el ferrocarril, con la electricidad… con todos los sistemas que favorecieron que el progreso y la experiencia humana avanzara… La Fotografía no se entiende sin su contexto histórico, económico, social… La fotografía es hija del positivismo de la cultura tecnocientífica, y está emparentada con la revolución industrial».

En 1979, a los 24 años, organizó las Jornadas Catalanas de Fotografía

Cartel de una de las primeras exposiciones de Joan Fontcuberta, en 1974

«Cuando yo entré en la universidad se vivían en España los últimos años de la dictadura (…) La tergiversación de la realidad en función de una determinada ideología o de unos intereses. Por ejemplo, los estudiantes participábamos en una manifestación y decían que habíamos ido cuatro energúmenos. Había ese contraste. Con la imagen podíamos ser un manifestación masiva o un movimiento de cuatro desquiciados. Eso me hizo que me interesase mucho por el uso político de la imagen. Mi interés x la Fotografía siempre ha tenido un valor pedagógico y una directriz de activista en lo político»

– Joan Fontcuberta

Pere Formiguera, Joan Fontcuberta y el taxidermista Xavier Bardo, que trabajó en los especímenes para el trabajo ‘Fauna’ Foto 1985

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Años 80: primavera fotográfica

En 1980, a los 25 años de edad, cofundó la revista bilingüe Photovision de la que es jefe de redacción.
 
En 1982, con 27 años, co-fundó la Primavera Fotográfica de Barcelona y empezó un proyecto al que le dedicaría tres años: la serie Herbarium (1982-85) en la que tradujo algunos postulados posmodernistas aplicados a la producción artística de los ochenta. Este proyecto derivó en nuevos trabajos que con carácter multidisciplinar y formatos de instalación, parodiaban diferentes vertientes del saber y de la experiencia de la naturaleza y de la historia del arte, al tiempo que analizaban temas de representación, conocimiento, memoria, verosimilitud, ambigüedad y trompe-l’œil.

En 1984, a los 29 años, comisarió la exposición ‘Idas y Caos. Vanguardias fotográficas en España 1920-1945′ en la Biblioteca Nacional en Madrid primero y en el International Photography Center de Nueva York después, en colaboración con instituciones como el Ministerio de Cultura o la Consejería de Cultura de la Generalitat de Cataluña.

Ese año 1984 publicó ‘Estética Fotográfica: una selección de textos’ con la editorial Blume.

En 1988, a los 33 años de edad, recibió el primero de sus muchos e importantes premios: la medalla David Octavius Hill, otorgada por la Fotografisches Akademie GDL de Alemania como reconocimiento por el conjunto de su actividad fotográfica y expuso en el MoMa de Nueva York.

En 1990, con 35 años, comisarió ‘Creación Fotográfica en España 1968-88‘ en el Musée Cantini de Marsella y en el Centre d’Art Santa Mònica de Barcelona. Ese año también expuso en el Art Institute de Chicago y publicó ‘Fotografía: conceptos y procedimientos’, con la editorial Gustavo Gili.

Herbarium (1983) 

En 1983 Joan Fontcuberta inventó y fotografió toda una serie de extrañas plantas nunca antes vistas que no eran tales y que se parecían a partes del cuerpo o a animales desfigurados. Las creó a base de basura, plástico, huesos, fragmentos vegetales o animales y, para colarlas como reales, redactó textos que explicaban el origen botánico de estas especies vegetales únicas.

Frottogrammes (1988) 

En 1988 Joan Fontcuberta experimentó rozando negativos de fotografías contra los propios elementos fotografiados para representar la violencia en la propia fotografía física.

Fauna (1989) 

En 1989, Joan Fontcuberta se inventó la falsa historia de dos naturalistas del siglo pasado, Peter Ameisenhaufen y Hans von Kubert, que habían descubierto, fotografiado y hasta cazado para investigación zoológica extrañas especies animales como ardillas con rabos de víbora, zorros con dos colas o mandriles con cuerpos de ciervo.

Para dar fe de la realidad que quería vender, aportaba fotos, testimonios de científicos y hasta un ejemplar de uno de estos «monstruos» disecados.

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Años 90: llega el Photoshop y el premio Nacional de Fotografía

Ese año 1990, Photoshop trastocó su perspectiva.

«En 1989 nació Photoshop. Recuerdo la fecha porque en 1990 fui artista y profesor invitado en el ‘Art Institut de Chicago’ y por primera vez vi ordenadores muy potentes trabajando con la fotografía y el video. Eso trastocó completamente mi perspectiva. En aquella época trabajábamos con Lumina. Photoshop tenía un año y todavía no era el todavía el programa de referencia. Estos programas aplicaban de una manera más sencilla y automatizada toda una serie de recursos de los que ya disponíamos en el cuarto oscuro tradicional. Hasta las herramientas, los pictogramas de Photoshop, ilustran los utensilios que teníamos en el laboratorio. Por ejemplo para aclarar una zona -se llamaba hacer una reserva- se cogía un alambre con una plastilina en la punta y mientras se hacia la proyección del negativo se acercaba para que le diera menos luz al papel, o con las manos… Todavía hay unos dibujitos en los que se ve el alambre con la plastilina o la mano moviéndose. mimetizando un objeto que ya teníamos. La gran diferencia es que con Photoshop se hace en cinco minutos lo que en el laboratorio tardábamos una semana en conseguir. Uno sólo se embarcaba en estos procesos cuando la idea era muy fuerte. Ahora el Photoshop ha facilitado un surrealismo de tercera división, de cualquier tontería, de cualquier memez.

Una de las pérdidas que yo he vivido es la noción de espera, en el cambio de la foto analógica a la digital En el laboratorio yo entraba de noche, ponía mi música, estaba en la soledad, en la oscuridad… Era un momento si no mágico hasta de un cierto misticismo… Estaba con mis negativos, estaban esos olores… Casi entrabas en trance. El trabajo requería de un tempo particular. Entrabas y las horas fluían sin que te dieras cuenta: no sabías nunca si saldrías en 3, 6, 8 horas… Había procesos que requerían mucho tiempo, como el viraje, los lavados durante un par de horas para evitar los residuos ácidos en las copias… Terminabas el trabajo y mirabas cmo el tanque hacia circular las fotos… Y esas horas de nada, de vacío, hacen que la mente piense. ¿Y esto que he hecho? ¿Y si hago esto? ¿Y si lo utilizo con aquello? Esa espera suponía un distanciamiento crítico que hoy no se da. Esa distancia crítica era una fase de conclusión».


En aquella época no podía ni imaginarse la revolución fotográfica que se avecinaba y a la que dedicaría gran parte de su vida.

«Mi capacidad de prescripción era nula. Mi cuñada era psicóloga y trabajaba en una empresa haciendo estudios de mercado. En aquel momento estaba haciendo una para una empresa cuyo nombre no quiso decirme y luego resultó ser Movistar. Era principios de los 90 y se estaba planeando insertar cámaras en los teléfonos móviles. En Japón ya lo estaba haciendo Sharp. En España se consulto a usuarios, consumidores de teléfonos y a fotógrafos, entre ellos yo, y casi todos contestamos que eso era una solemne tontería, que eso no funcionaría nunca, que jamás de la vida se harían fotos con un teléfono».

Joan Fontcuberta no acertó. Los teléfonos incorporarían cámaras, los ‘homo photographicus’ harían millones de fotos y gracias a Internet provocarían tsunamis ópticos.

«La revolución tecnológica trastocó la verdad y la memoria. Ya no hacemos fotos para guardar o para no olvidar sino para simples conceptos conversacionales como para decir «hola estoy aquí». En los años 90 aparecieron las cámaras digitales, los programas de retoque de imagen… En el año 2000 llegó la consolidación de Internet, las redes sociales, la telefonía móvil, los software de reconocimiento facial…». (Hablaremos de ello cuando lleguemos al año 2000).

En 1992 expuso en el IVAM de Valencia.

En 1993, con 38 años, fue nombrado profesor asociado en los Estudios de Comunicación Audiovisual de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

En 1994, con 39 años, fue nombrado Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura francés también como reconocimiento por el conjunto de su actividad fotográfica.

En 1996, a los 41 años, empezó a trabajar como profesor de Estudios de Comunicación Audiovisual de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y fue nombrado director artístico del Festival Internacional de Fotografía de Arles.

En 1997, a los 42 años edad publicó el libro de ensayo ‘El beso de Judas’. Fotografía y Verdad’ con la editorial Gustavo Gili de Barcelona de cuya colección FotoGGrafía es asesor. En dicho libro, a partir de vivencias personales, Joan Fontcuberta reflexionaba sobre aspectos fundamentales de la creación y de la cultura del mundo contemporáneo en el que las apariencias habían sustituido a la realidad.

En 1998, con 43 años edad, recibió el Premio Nacional de Fotografía que otorga el Ministerio de Cultura español y publicó el libro de ensayo ‘Ciencia y fricción. Fotografía, naturaleza, artificio’ con la editorial Mestizo de Murcia.
En 1999 expuso en el MNAC de Barcelona.

Joan Fontcuberta posa junto al cartel del Festival Internacional de Fotografía de Arlesen en 1996, del que fue director artístico

Autorretrato para el proyecto Sputnik. Joan Fontcuberta

Palimsestos (1993)

Inspirado en los palimsestos (manuscritos de la antigua Grecia que conservaban las huellas de anteriores textos que habían sido borrados para acoger estas nuevas escrituras) Fontcuberta quiso retratar la huella dejada por plantas, flores o pequeños pájaros disecados. Usaba como base imágenes impresas (cubiertas de catálogos, embalajes comerciales, hojas de papel…) colocaba una emulsión de revelado de contacto y colocaba esas plantas, flores y pájaros para que dejaran su huella al exponerlos a la luz, mediante la técnica del fotograma.

Caligramas de luz (1993) 

En 1993 Fontcuberta se propuso dibujar las fronteras entre la realidad y su representación y lo natural y lo artificial y recogió flores, hojas y ramas para realizar fotogramas, colocándolos sobre papel fotosensible de diferentes tonalidades y exponiéndonos a la luz para que fueran esos propios elementos los que se autofotografiaran y crear con todas aquellas fotos una especie de mosaicos a los que dejó degradarse con el tiempo.

Constelaciones (1994) 

En 1994 Fontcuberta hizo un proyecto de fotografía nocturna y presentó sus fotos como fotos del cielo por la noche cuando se trataba de decenas de mosquitos muertos al chocar contra la luna de su coche.

Junto a las fotos escribía una serie de códigos del estilo «MN 56: LYRA (NGC 6779), AR 19h 16,6 min. / D+30º 11′, 1993» que no eran astronómicos ni servían para ubicar nada: simplemente eran letras y números que buscaban engañar al espectador.

Sputnik (1997) 

En 1997 Joan Fontcuberta rizó el rizo creando un engaño dentro de otro engaño mediante la manipulación de fotos y documentos para denunciar lo fácil que es manipular a la sociedad siguiendo oscuros intereses políticos. Se inventó un personaje al que llamó Ivan Istochnikov (Joan Fontcuberta en ruso) y al que llegó a poner su propia cara.

Dijo que era un cosmonauta soviético que había desaparecido en 1968 al impactar contra su nave un meteorito, un año antes de la llegada del hombre a la luna, en plena carrera espacial. Adornó la historia con información real, fotos reales y documentos oficiales reales y programas como Cuarto Milenio se creyeron sus historia nueve años después, en 2006.


Íker Jiménez vendió aquella historia como la de un hombre que «la Unión Soviética quiso apartar de la Historia de un plumazo» y al que quería «hacerle un homenaje merecido».
«La pregunta es por qué se le borró, qué había hecho ese hombre, por qué molestaba. Estuvo embarcado en una misión que fue un fracaso estrepitoso para la URSS y, lógicamente, eso no se podía dar a conocer. Istochnikov era muy conocido, desapareció en 1968 a bordo de la ‘Soyuz 2’ y para ocultar el fracaso, fue borrado de la Historia: se le eliminó de las fotos, su familia fue deportada a Siberia, y sus amigos y colegas, silenciados. El caso salió a la luz en 1993, cuando un periodista compró en una subasta de Sotheby’s en Nueva York un lote con material desclasificado procedente de la URSS. Y ahí descubre este hombre, que creo que se llamaba Mike Arena, una fotografía con el ‘fantasma’ en carne y hueso, presente. o cierto es que ese hombre no aparece en las fotografías oficiales y estaba ahí».
«Tiendo trampas destinadas a los crédulos. No esperaba que cayeran en una que tiene nueve años unos periodistas profesionales, que se supone que tienen que verificar y contrastar la información», sentenció Fontcuberta.

Hemogramas (1998) 

En 1998, durante un taller fotográfico que estaba impartiendo en México, en el que se trató el tema de la sangre mexicana, Fontcuberta tuvo la idea de hacer un proyecto fotografiando gotas de sangre. Para ello, pidió a sus amigos -sus amistades son fotógrafos, diseñadores…- que se sacaran una foto de sangre y la fotografiaran y muchos experimentaron, dejando marcada su huella dactilar sobre la sangre, metiéndola en el microondas… «Me maravilla, sobre todo, la forma sin forma, por las múltiples lecturas a las que puede ser sometida».

Semiópolis (1999) 

En 1999 Joan Fontcuberta creó un trabajo que, quien lo ve, no lo puede descifrar por ser ciego a dicho contenido y quien podría descifrarlo no puede verlo. Con esta premisa, creó paisajes compuestos por escenarios en lenguaje braile a los que llamó Semiópolis, palabra inventada juntando la semiótica, que es la teoría general de los signos y la polis, palabra que proviene del griego y se refiere a los Estados de la antigüedad que, organizados como una ciudad, disponían de un territorio reducido y eran gobernados con autonomía respecto a otras entidades. Jugando con la perspectiva y el contraluz, fotografió textos de la literatura universal: La Odisea, Don Quijote, La metamorfosis, La Biblia y creó un diálogo visual que combina imagen y escritura.

Securitas (1999)

Joan Fontcuberta quiso fotografiar «el paisaje de la seguridad» y para ello pidió las llaves de las casas de políticos como Aznar, que se la cedió -otros no aceptaron la propuesta- y de instituciones como el Centro Nacional de Inteligencia (CESID), la Guardia Civil o la Conferencia Episcopal. Las imágenes parecen montañas pero son los códigos de seguridad que encierran los secretos del estado. La exposición iba acompañada de un sistema interactivo gracias al cual los visitantes podían insertar su llave y ver reflejada su propia «montaña».

«Todos hacemos fotos. Somos ‘homo fotográficos’, pero hacer fotografías no da categoría de fotógrafo. Hay fotógrafos y gente que hace fotos. Me gustaría dignificar al fotógrafo como alguien que piensa visualmente. Que piensa el mundo en imágenes»

– Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta

«Ahora que todos llevamos un móvil dotado de una cámara fotográfica, hemos integrado las imágenes de una manera espontánea a nuestras vidas. Prácticamente ya no sabríamos comunicarnos, interaccionar con los demás sin utilizar, mandar, recibir fotografías. La fotografía está ocupando un lugar primordial como elemento de lenguaje, ya no de escritura» – Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Años 2000: la llegada de Internet y la Postfotografía y el reconocimiento internacional

«En el año 2000 llegó la consolidación de Internet. De los últimos 40 años, lo importante es lo que ha ocurrido en los últimos 20. La Fotografía nace en un contexto histórico determinado. Viene de un determinado linaje de representación pictorial bidimensional. La pintura y la estampación son sus referentes inmediatos y es difícil soltar amarras de ese peso cultural tan potente y estructural. Internet supone una vía de escape de este neopictorialismo. Internet es el quinto elemento junto al agua, al fuego, la tierra y el aire. La masificación furiosa trastoca las disciplinas con las que abordábamos la imagen. La estética, la antropología, la semiótica, la historia del arte… han estado funcionando para un estadio que no estaba previsto: la postfotografía. Hay que reformular estas herramientas».

«Postfotografía significa despedida y bienvenida. No estamos en el fin de la Fotografía, pero sí en el fin de la manera en la que entendíamos la Fotografía: debido a factores como a la llegada de la fotografía digital, de los programas de tratamiento imagen como Photoshop, de los escáneres, de la desmaterialización de las imágenes, de la aparición de internet, de telefonía móvil… que han visto que sus valores se hayan visto desplazados».

En 2001 expuso en el MUA de Alicante y en el Palazzo delle Esposizioni de Roma.

En 2003 y 2004 fue profesor invitado en Department of Visual & Environmental Studies de la Harvard University de Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos y Visiting Fellow en la School of Art, Media $ Design, en University of Wales, Newport.

Ese año 2003 expuso en el Museo Artium de Vitoria-Gasteiz.


En 2010 publicó ‘La cámara de Pandora. La fotografía después de la fotografía’ con la editorial Gustavo Gili.

En 2011 recibió el Premio Nacional de Ensayo por ‘La cámara de Pandora’.

En 2012 recibió el Premio Nacional de Cultura Artes Visuales del gobierno catalán.

En 2013, a los 58 años de edad, recibió el Premio Hasselblad. El Premio Internacional de la Fundación Hasselblad es considerado el Nobel de la Fotografía. Ese año expuso en el Hasselblad Center de Gotemburgo
En 2014 su obra se vio en la Maison Européenne de la Photographie de París y en el Science Museum de Londres (2014).

En 2015 recibió el Premio de Cultura (Fotografía) de la Comunidad de Madrid y expuso en Cosmocaixa (Barcelona), en el Museum Angewandte Kunst de Frankfurt y en el Canal de Isabel II de Madrid.

Karelia. Milagros & Co (2000)

Para ‘Karelia. Milagros & Co, valiéndose de la tecnología digital, construyó un monasterio que no existía pero que él aseguraba que estaba en Karelia, región finlandesa que linda con Rusia (la región sí existe). Y creó un montaje apoyándose en artículos periodísticos falsos y fotos documentales creadas por él del supuesto lugar.

Decía que allí acudían monjes de todas las religiones para aprender a hacer milagros. Y contaba que él mismo acudió disfrazado de pope ortodoxo para investigar lo que allí ocurría durante todo un año y destapar el fraude. Además de las fotos del monasterio y de los autorretratos de su presencia allí, creo vídeos de humor en los que aparece asomándose tras las supuestas columnas del supuesto pórtico del supuesto claustro del supuesto monasterio, apareciendo y desapareciendo ¡y hasta multiplicándose!

Sirenas (2000)

Para ‘Sirenas’, rizando el rizo, Fontcuberta creó un yacimiento inventado, excavó, colocó lo que parecían unos extraños huesos, lo fotografió y lo presentó como un hallazgo real. Decía que se trataba de unos fósiles de una especie desconocida de homínidos acuáticos llamada ‘Hydropithecus’ cuyos restos óseos mostraban lo que para todos era una sirena. Las fotos iban acompañadas de un reportaje -falso, claro- de la revista Scientific American y de textos del geólogo y sacerdote Jean Fontana.

Pin Zuhang (2002) 

Cuatro años después de que un avión de combate chino chocara con un avión de reconocimiento norteamericano en las inmediaciones del espacio aéreo chino y de que, tras arduas negociaciones, los americanos lograran que China se lo devolviera, aunque fuera pieza a pieza, Joan Fontcuberta creó ‘Pin Zhuang’, que significa «desmontaje», «rompecabezas». Desde pequeño, Fontcuberta disfrutaba con los mecanos y las maquetas desmontables y para esta obra creó un contenedor termoconformado, un libro de artista junto con un texto original escrito para la ocasión por Jorge Luis Marzo, un DVD, ocho tirajes fotográficos y una escultura titulada Tiger Zhuang II, compuesta por 21 piezas pertenecientes a la maqueta escala 1:32 del avión de combate F-5E Tiger II, que el usuario puede construir siguiendo las propuestas de autor. La obra llama a reflexionar sobre autoridad y subversión, orden y disidencia, regla y atrevimiento y acatamiento e inventiva.

Googlegramas (2005) 

En 2005, un siglo después de que el padre de la lingüística Ferdinand de Saussure barajara la posibilidad de tratar los textos de la tradición literaria grecolatina como verdaderos «googlegramas» (este nombre es de Joan de 2005), haciendo uso de Internet e inspirándose en la tradición del mosaico creó sus ‘Googlegramas’, creados por miles de imágenes buscadas en Google, que el famoso buscador le mostraba cuando tecleaba determinadas palabras clave. Por ejemplo, para su googlegrama en el que muestra el planeta Tierra visto desde el espacio ‘googleó’ las palabras «cielo»(+ «sky» + «ciel») , «purgatorio» (+ «purgatory» + «purgatoire») e «infierno» (+ «hell» + «enfer»).

El resultado es una metonimia icónica muy interesante (metonimia es designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; p. ej., las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria…) con diversos niveles de significación.

Landscapes without Memory (2006)

En 2006 Joan Fontcuberta presentó ‘Orogénesis‘ (la orogenia es la parte de la geología que estudia la formación de las montañas), un trabajo creado utilizando programas informáticos diseñados para interpretar mapas.

Haciendo uso de estos programas interpretó (sin mediar ninguna cámara de fotos ni lente ni película ni negativo) información procedente de obras de arte y pinturas reconocidas, produciendo un paisaje muy «realista» que en realidad no existe geográficamente.

Deconstructing Osama (2007) 

En el año 2007 Joan Fontcuberta volvió a hacer gala de su fantástico humor e ironía en su trabajo ‘Deconstructing Osama‘ en el que, mediante la manipulación de imágenes fijas y en movimiento de Al Yazira -la cadena de televisión de la discordia árabe- insertó su cara sobre la de Osama Bin Laden haciéndose pasar por el terrorista islámico más famoso del mundo que seis años antes organizó los atentados del 11-S y permanecía desde entonces en búsqueda y captura (fue capturado y asesinado en 2011).

Joan Fontcuberta se dejó crecer la barba, se disfrazó y gesticuló como Bin Laden para recitar un poema de Espronceda (‘La canción del pirata’) en lugar de sus alegatos televisados con subtítulos originales, llamando a la reflexión y a la duda del público. ¿Y si aquellos que nos presentaban como terroristas eran en realidad actores haciendo de malos? Porque… ¿cómo es posible que desde una cueva recóndita del Afganistán más profundo pudieran editar aquellos vídeos que llegaban hasta al último televisor del último rincón del planeta?

Ensanche Subterráneo (2009)

En ‘Ensanche Subterráneo’ Joan Fontutcuberta bajó al subsuelo de la ciudad para descubrirnos lo que nadie ve y hacernos reflexionar sobre esta realidad paralela que se vive bajo nuestros pies -y a nuestras espaldas- en estos espacios que, existiendo, pasan totalmente desapercibidos para la mayoría de los humanos.

Túneles, pasillos de comunicación y redes de alcantarillado que, siendo espacios y construcciones reales, se nos presentan como un laberinto-frontera entre la realidad y la ficción

Blow Up Blow Up (2009) 

A través de Blow Up, Blow Up Joan Fontcuberta investigó hasta dónde podemos adentrarnos dentro de una imagen física ampliándola hasta su máxima expresión, penetrando en el material fílmico que forma la fotografía y atravesando todo posible significado, hasta su naturaleza más íntima, dejándonos indagar en el material que forman las imágenes. Lo realizó ampliando unos negativos a partir de fotogramas duplicados de una copia de película de 35mm.

Se trata de una fotografía de un cadáver en un parque pero al estar tan exageradamente ampliada la imagen, se rebasa nuestro umbral de inteligibilidad y se pierde toda referencia de la escena inicial para dejar emerger toda la información intrínseca al propio soporte de la película: el grano, los arañazos, las formas irreconocibles de manchas blancas y negras…

Gastrópoda (2013) (Matador)

En 2013 creó ‘Gastrópoda’, una serie así llamada en honor a los caracoles que le ayudaron a realizarla (caracoles pertenecientes a la clase gastrópoda: los caracoles son moluscos testáceos de la clase de los gasterópodos).

Capturó varios caracoles y les dejó caminar sobre las muchas tarjetas postales que el propio Joan Fontcuberta recibía y guardaba y sobre las muchas invitaciones a exposiciones de arte que le enviaban y se le iban acumulando en su buzón postal. El efecto corrosivo de los caracoles sobre aquellas imágenes supuso la transformación de las mismas y degradó esas imágenes icónicas. La obra y la acción natural de la misma llevan a reflexionar sobre sobre la autoría de la obra, sobre el trabajo en producción en el arte contemporáneo y sobre la sobresaturación actual de la imagen.

BIOGRAFÍA DE JOAN FONTCUBERTA

Reconocimientos, obras y proyectos recientes 

En 2016, a los 61 años de edad, publicó su ensayo ‘La furia de las imágenes. Nota sobre la postfotografía’ (Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2016) publicado por Einaudi en el que habla de postfotografía en la era digital. Sostiene que Toda fotografía es una ficción que se presenta como una realidad.

Ese año 2016 recibió el Premio Ciudad de Barcelona en Humanidades y expuso en el Museo de la Universidad de Navarra de Pamplona, en DA2 (Salamanca), en la Galería Àngels Barcelona y en el Museo de Arte del Banco de la República de Bogotá.


En 2017 su obra ha sido expuesta en el Palazzo Boncompagni y en la Bienal Fotografia e Industria de la Fundazioni Mast de Bologna.

En 2021, la editorial Ediciones Anómalas ha publicado ‘Contravisiones’, un fotolibro editado por Israel Ariño,  formado con imágenes del archivo de la primera época de Joan Fontcuberta, tomando el concepto de contravisión como punto de partida.

En 2022, a los 67 años de edad,Joan Fontcuberta ha sido investido doctor honoris causa en la Maison de la Recherche de la Universidad de París.


«QUEDA MUCHO POR HACER»

Joan Fontcuberta cree que todavía queda mucho por hacer en Fotografía. Se considera ‘anti-Vemödalen’. Vemödalen es un nuevo término referido a la frustración de fotografiar algo increíble (una puesta de sol, un primer plano de un ojo, la curva de una cadera) cuando miles de fotografías idénticas ya existen.

«Vemödalen habla del vértigo a la sensación de que ya está todo hecho. Yo soy un antiVemödalen a tope. Efectivamente, se ha hecho muchísimo pero siempre quedan grietas y fisuras. Y eso es lo interesante. El creador de hoy o bien debe plantearse esos actos de resistencia (seguir utilizando técnicas fotográficas del siglo XIX o anacrónicas) o esa búsqueda de esas imágenes ausentes, invisibles…».

FOTOGRAFÍA Y RETROALIMENTACIÓN

«Me gusta ver magia en todos los momentos de la fotografía: el disparo, comprobación del resultado… pero sobre todo el momento mágico en el que yo me confronto a un público. Para mí la gran satisfacción es observar a hurtadillas el efecto que mis imágenes, mis instalaciones, mis exposiciones… producen en el público, porque extraigo muchas enseñanzas de esos comentarios. Para mí lo mágico es la capacidad de retroalimentación, de feedback por parte del espectador».

Joan Fontcuberta

Die Traumadeutung (2016) 

En 2016, fruto de su trabajo de investigación en las fototecas asturianas, Joan Fontcuberta publicó un libro que fue premiado por PHotoEspaña 2016 como el Mejor Libro de Fotografía del año editado en España. Nos referimos a ‘Trauma’.

«Vivimos una transición hacia una etapa de imágenes que se desmaterializan y que nos obligan a revisar lo que queda de la fotografía, cuáles son sus restos, cuáles son sus reinas… Esto me ha llevado a los archivos a indagar qué imágenes agonizan, qué imágenes están enfermas… ¿Qué pasa cuando una fotografía libra la información, se desprende del cuerpo y sólo queda el fantasma? He estado por lo tanto buscando imágenes que padecían algún patología que las alejaba de la representación convencional de la realidad. Y, por lo tanto, eso significaba enfatizar el aspecto metabólico de la imagen, su vida, su ciclo vital. Las imágenes nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren para poder volver a iniciar esta existencia.

Con mi trabajo lo que hago es insuflar una nueva vida, darles una dimensión distinta, ya no regida por una funcionalidad documental o testimonial, sino más bien especulativa, estética o conceptual. En todo caso, son proyectos que se enmarcan dentro del arte conceptual, pero privilegiando siempre la mirada.
Las fotografías no son objetos inertes sino objetos vivos que se transforman y evolucionan. En este sentido, hasta podríamos considerarlos ‘performance’ químicas que hacen que su composición más íntima, su naturaleza, vaya cambiando a tenor del tiempo y de las condiciones ambientales
Este tipo de reflexión entroncaría con trabajos previos míos que han intentado buscar precisamente cuál es la partícula ínfima que compone la imagen, cuál es el grado cero de la escritura fotográfica , de qué están hechas las fotografías… Más allá del grano de plata, de la composición de los soportes… ¿qué queda? Esta búsqueda me lleva a un trabajo en cierta medida minimalista pero también muy abstracto porque significa superar los umbrales de la representación».

Poemas del Alquimista (2018)

Con motivo del centenario del autor de ‘Poemas del alquimista’ Josep Palau i Fabre (1917-2008), Fontcuberta trabajó en 2017 en su fotoensayo Poemas del alquimista (2018) a partir de fotos antiguas de archivos que, siendo viejas, él dotó de nueva juventud.

¿La fotografía detiene el tiempo o es el tiempo el que detiene a la fotografía?

Como si de un alquimista se tratara, Fontcuberta creó innovadoras imágenes nacidas a partir de otras, que aparecen plasmadas en viejas placas de vidrio, en descomposición.


Fontcuberta habla de «imágenes desnacientes», que recorren el camino inverso y vuelven a la vida transformadas en otra cosa.

Entre la experimentación y el ensayo, este trabajo exhala la desazón trágica de la existencia, que sólo puede ser redimida por la imaginación, la ironía y el erotismo.

Prosopagnosia (2020) 

La ‘Prosopagnosia’ es una enfermedad rara que afecta al lóbulo temporal del cerebro e impide reconocer rostros (las caras del resto y la propia) y el nombre de uno de los muchos proyectos de Fontcuberta realizado esta vez en colaboración con la artista y profesora de la Universidad de Barcelona Pilar Rosado, quien trabaja en la implementación de técnicas de visión por ordenador para el análisis del contenido visual de vastas colecciones de imágenes, buscando detectar patrones y aspectos subyacentes.

La obra ‘Prosopagnosia’ (2020) nace de la aplicación de la inteligencia artificial (de la aplicación del algoritmo diseñado por Pilar Rosado) a la imagen (concretamente a retratos de personalidades públicas de los años 30 del archivo personal de Joaquín Alonso Bonet (Gijón, 1889-1975), que fue, además de periodista y autor teatral, el director de los periódicos ‘El Comercio’, ‘La Prensa’ y ‘Voluntad’.

Usando estos retratos, el súperordenador con el que Fontcuberta y Rosado han trabajado en ‘Prosopagnosia’ iba generando multitud de imágenes intermedias, desechadas, que trazaban la complejidad del proceso de entrenamiento (mientras el ordenador aprendía a producir caras) y aprendizaje (generando curiosos resultados) hasta culminar en imágenes plausibles, que no sólo parecen reales sino que parecen sacadas de obras de arte pintadas a lo largo de la historia: caras del renacimiento, caras que evocan el arte minimalista, el expresionismo, el surrealismo, como una suerte de complot artístico formado por fotografías de rostros generados con algoritmos que conducen hacia una especie de retrato robot.

«Pero más que a la historia del arte, este proyecto interpela la ontología de la imagen. Asistimos a la institucionalización de fotografías sin referente. La computación está engullendo a las cámaras y la representación ya no es un producto de la imaginación sino del cálculo».

‘Prosopagnosia’ ha recibido el premio ARCO-BEEP, dedicado de forma exclusiva al arte electrónico y tecnológico.

Contravisiones (2021) 

Durante los meses pandemia de 2020, los editores de Ediciones Anómalas Israel Ariño y Montse Puig han estado buceando en los archivos de Joan Fontcuberta y han sacado a la luz fotos de Fontcuberta nunca antes vistas en el libro ‘Contravisiones‘ (2021) así titulado en referencia a esos elementos que friccionan el propio lenguaje fotográfico, que lo ponen en cuestión, que se alzan contra la lógica del mismo.

La idea básica del libro fue de Israel: «Montse, ¿por qué no le proponemos a Joan hacer algo con todo lo anterior a ‘Fauna’, que yo creo que se han visto en algún Photobolsillo y poco más. No había nada publicado. Contactamos con él y ha sido muy fácil. Ha sido muy generoso, hemos podido ver todo con total libertad. Se ha implicado pero nos ha dejado trabajar como hemos querido… Es un sueño para un editor trabajar así», cuenta Montse.

En las imágenes de ‘Contravisiones’ resulta muy interesante ver lo que ya desde sus primeros trabajos se ocultaba, lo que trascendía, lo que nos hacía imaginar y nos hacía extrañar la realidad.

Kintsugi (2021) 

En Japón a día de hoy pervive una tradición milenaria que consiste en reparar con pegamento y polvo de oro la cerámica rota para convertir el nuevo objeto en uno más valioso que el que se rompió. Se llama Kintsugi y da importancia a las cicatrices que representan un momento único e irrepetible del objeto.

Lejos de taparlas, el Kintsugi destaca esas cicatrices dotándolas de belleza.
Y así se llama uno de los últimos proyectos de Joan Fontcuberta (que acostumbra a tener varios proyectos abiertos a la vez porque su mente no puede parar de crear).

En ‘Kintsugi’ (2021) Fontcuberta sustituye la cerámica japonesa por imágenes dañadas. Por fotografías de museos e instituciones que, por su mal estado, permanecen escondidas y abandonadas. Cual ratón de biblioteca, Fontcuberta busca en los archivos estas fotos muertas, enfermas, fantasmagóricas, para darles nueva vida. Utiliza positivos y negativos antiguos, deteriorados ya sea física o químicamente y los repara y rescata para la memoria histórica.

‘The nature of photography’

El 8 de marzo 2013 Joan Fontcuberta se convirtió en el primer español -y hasta la actualidad único- en recibir el Premio Hasselblad, considerado el nobel de la fotografía y dotado con un millón de coronas suecas (110.000 euros).

Este premio empezó a entregarse anualmente en 1980 y, por tanto, Fontcuberta es el 33º galardonado.
La editorial MACK y la Fundación Hasselblad, que cada año editan un libro con la obra del galardonado, publicaron una colección de 6 de las series más emblemáticas de Fontcuberta: Herbario (1984), Fauna (1987), Constelaciones (1993), Sputnik (1997), Sirenas (2000) y Orogénesis (2002).
El libro lleva textos del historiador de arte británico Geoffrey Batchen y del investigador y escritor Jorge Wagensberg, que examinan y desmitifican los mitos del artista.

EXPOSICIÓN ANTOLÓGICA DE
JOAN FONTCUBERTA

Imago ergo sum

Del 15 de diciembre de 2015 hasta el 27 de marzo de 2016 la exposición ‘Joan Fontcuberta. Imago, ergo sum’ se exhibió en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid (calle Santa Engracia, 125).

El titulo ‘Imago, ergo sum’ está inspirado en la locución latina «cogito ergo sum», planteamiento filosófico de Descartes y elemento fundamental del racionalismo que significa ‘pienso luego existo’. Fontcuberta cambia el cogito (pienso) por el imago, de imagen. Hago imágenes / fotografío, luego existo.

La muestra estuvo comisariada por Sema D’Acosta y recogía algunos de los trabajos más reconocidos de Fontuberta, desde los años 80: ‘Herbarium’, ‘Sputnik’, ‘Securitas’, ‘Trepat’ y ‘Milagros & Co‘, entre otros.

Además de fotos, la exposición albergaba libros, objetos, material audiovisual y dos intervenciones específicas llevadas a cabo en el Museo Nacional de Antropología (de su obra ‘Sirenas’) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC (de su trabajo ‘Fauna’).

En la sala había tabletas interactivas para que los asistentes pudieran ver cómo son sus libros, que ya la mayoría de ediciones están agotadas.

Fruto de la exposición, se editó un catálogo también llamado ‘Imago, ergo sum’ La portada la ilustra la cara de Fontcuberta ataviado de astronauta. Es parte de una foto de su trabajo Sputnik en el que se hizo pasar por un cosmonauta soviético desaparecido en el espacio en plena carrera espacial meses antes de que el hombre (americano) pisara la luna.

Documental ‘Joan Fontcuberta,
el que queda de la fotografía’

En 2019 se estrenó la película documental ‘Joan Fontcuberta, el que queda de la fotografia’ dirigida por Carles Prats y Roger Grasas. Rodada en catalán y subtitulada en castellano, muestra a lo largo de 88 minutos la ajetreada vida y la profundidad del pensamiento fotográfico del artista, a quien podemos ver en su laboratorio, inaugurando una exposición o representando un fake en una rueda de prensa de la presentación de uno de sus libros cuya autoría no había confesado antes. El documental se rodó durante dos años y recoge testimonios del padre, hermanas e hija del protagonista, que cuentan divertidas anécdotas personales y profesionales.

Joan Fontcuberta en
La Terc3ra de Fotokalea

El lunes 3 de mayo de 2021, Joan Fontuberta, recién llegado de bucear en los archivos fotográficos del archivo de Casa Planas en Mallorca, concedió su última videoentrevista en ‘La Tercera de FotoKalea’, el late night de fotografía que cada lunes presenta el periodista y fotógrafo Gustavo Bravo. Durante dos horas Fontcuberta confesó los secretos de los nuevos trabajos en los que se halla inmerso.