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Cristóbal Hara

por Gustavo Bravo

FotoGasteiz / FotoKalea.- Nuestro admirado fotógrafo Cristóbal Hara, cuyo tamborilero nos recibe cada mañana en la fachada del patio de nuestra escuela FotoGasteiz, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Fotografía, correspondiente al año 2022, a propuesta del jurado. La noticia la ha dado a conocer el Gobierno de España hoy martes 18 de octubre de 2023 a las 16.00 horas.

El jurado ha reconocido a Hara este premio que concede el Ministerio de Cultura y Deporte y que está dotado con 30.000 euros «por la aportación única que representa su trayectoria, con un lenguaje singular, y por la influencia que su obra tiene en el imaginario fotográfico español, con una producción en la que resuena la pintura, la literatura y la cultura popular, donde se diluyen las fronteras que separan el documento de la ficción. Muchos fotógrafos actuales se reivindican herederos de su trabajo, el cual sigue renovando incansablemente».

El jurado de este premio nacional ha estado presidido por el desde noviembre de 2021 director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte Isaac Sastre de Diego, y como  vicepresidenta ha firmado la elección la subdirectora general de Museos Estatales, Mercedes Roldán Sánchez.

Los miembros del jurado han sido: su predecesora en el premio Pilar Aymerich Puig (Premio Nacional de Fotografía 2021) a la que que ‘Detrás del Instante’ le dedicó un capítulo el pasado 6 de julio; el artista visual, cineasta y comisario de exposiciones gallego Nicolás Combarro García; la antropóloga sociocultural y visual, curadora y cineasta Lee Douglas; la Doctora en Historia y Teoría del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid, doce en materia de fotografía, Inés Plasencia Camps; la comisaria independiente de exposiciones y artista visual, Rosalind Williams; el editor en jefe y director creativo de la Editorial RM, Ramón Reverté; la comisaria independiente de exposiciones, hija del ministro Moratinos, Sandra Moratinos Maunac; el director de la Fundación Foto Colectania, José Enrique Font de Mora Busutil; y la catedrática e investigadora española especializada en historia y teoría del arte y de la arquitectura del siglo XX y XXI, María Teresa Méndez Baiges.

BIOGRAFÍA DE FOTOGASTEIZ

Cristóbal Hara es un fotógrafo español de 76 años muy viajado desde su tierna infancia que en su madurez se ha propuesto fotografiar, dando gran presencia al color, su recuerdo mágico de la España provinciana. Todo aquello que le llamaba la atención de niño: las anécdotas de las procesiones en el mundo rural, el submundo de las fiestas populares, la pelea diaria de los aprendices de torero que luchaban por hacerse un hueco en las plazas de toros, la trastienda de aquellos soldados del régimen que no siempre estaban en formación…

Su fotografía refleja lo extraordinario de la tradición ordinaria y la cultura española, valiéndose de ingenio, inspirado en la cultura pictórica y haciendo funambulismo en la frontera entre realidad y ficción.

Su fotografía es dinámica y sus fotos son puro expresionismo pictórico, con un tono irónico.

Fotografía hoy la cultura de ayer, lo hace en el vivo color que le ayudó a encontrarse y desde un ángulo que nos sumerge en atípicas procesiones religiosas que se vuelven ‘medio-paganas’ tras su objetivo, entre risas y llantos y gritos. En constante movimiento, acción, acción y más acción. Y entre curiosidad, sorpresa y simpatía.

Documenta hechos noticiosos desde la perspectiva del antifotoperiodista al que interesa más la anécdota del hecho que el hecho en sí y que se preocupa más de la composición del lenguaje fotográfico que el simple documento gráfico del acontecimiento.

Biografía

Cristóbal Hara nació en Madrid en 1946, de madre alemana, en el seno de una pudiente familia paterna instalada desde hace décadas en Filipinas.

Su madre murió teniendo él apenas unos meses y su padre se volvió a casar con una mujer norteamericana, con quienes vivió durante años a caballo entre Filipinas, Estados Unidos, Alemania y España.

Hace fotos desde los cinco años, cuando su abuela le regaló la cámara más famosa del momento: la Kodak Brownie.

Estudió Derecho y Administración de Empresas en Madrid, Hamburgo y Munich, pero su pasión era la fotografía.

Así que al acabar los estudios universitarios, en 1969, a sus 23 años, decidió convertirse en fotógrafo en Londres inspirado por Cartier Bresson.

Hacía una delicada fotografía en blanco y negro que pronto fue reconocida en el mundo artístico.

Y comenzó a trabajar para la agencia John Hillelson.

En 1974, a los 28 años de edad, ya exponía su obra en el principal museo arte y diseño del mundo: el Victoria & Albert Museum de Londres.

Trabajó también para la agencia Viva en París y era habitual ver sus fotos en El país, El País Semanal y La Vanguardia, a la vez que seguía ilustrando revistas como Camera, Creative Camera, DU. Aperture, Photovisión y European Photography.

Pero llevaba ya once años haciendo fotografía en blanco y negro y se sentía frustrado. Le aburría lo que hacía porque era lo mismo que hacían todos, confesaría después.

En 1985 se pasa al color: su salvación

La decisión de pasar del blanco y negro al color fue su salvación cuando estaba a punto de abandonar la fotografía.

«Yo casi dejo la fotografía porque no podía avanzar en el trabajo. Estaba haciendo fotografías como hacía todo el mundo. Me aburría a mí mismo el trabajo que hacía y no había forma de avanzar. Entonces empecé a trabajar en color y se me abrió la puerta de golpe. Y toda esa frustración de años de no poder avanzar en mi trabajo de repente se soltó y es cuando pude trabajar de verdad al límite físico y emocional».

«Las fotos interesantes se hacen cuando te llevas a ti mismo al límite: físico y emocional»

«Cada movimiento, cada cosa que haces, cualquier decisión que tomas de cualquier tipo en tu vida personal, en tus movimientos cuando viajas, en dónde aparcas el coche, en todo… en lo que llevas lo que no llevas.. todo está calculado para el trabajo. Vives en función absolutamente del trabajo. Yo creo que en fotografía documental hay que pasar por esa fase. Hay que trabajar así. Porque ahí es donde está el borde. Donde puedes empezar a hacer las fotografías interesantes».

Trabajar desde dentro

«Los fotógrafos que más me gustan son los que trabajan desde dentro de su cultura. Mucho más que los que vienen y van a otro lado. Los que vienen de otro lado traen ya su idea de lo que van a fotografiar. Viviendo dentro de la cultura se puede profundizar mucho más. Son trabajaos que me dan mucha más información: una información más interesante.

El fotógrafo que va a una cultura exótica ya lleva consigo todas las respuestas sin querer. Es muy difícil ir a un sitio totalmente distinto y hacer un trabajo interesante. Es lo que pasaba por ejemplo con Cartier Bresson: fotografió por todo el mundo pero sus fotografías hechas en Asia son muy parecidas a las que hizo en Sudamérica porque en todos los sitios que iba era Henri Cartier Bressson».

«El fotógrafo debe ‘ser parte'»

«No es lo mismo ir a hacer un trabajo sobre un grupo, como es un ejército por ejemplo, que ser parte de ese ejército y hacer las fotografías. Un ejemplo muy claro es lo que pasó en Iraq.

Al final las fotografías icónicas de la guerra de Iraq son las que hicieron los soldados guardianes de los prisioneros con sus teléfonos móviles en Abu Ghraib.

De la misma forma, el trabajo que hice sobre los soldados españoles en la dictadura tienen esa calidad de ejército de juguete porque yo era parte de ello. El que viene de fuera no ve eso: ve al ejército haciendo de ejército: disciplinado, con sus armas… Yo en cambio lo que estaba fotografiando era un grupo de desgraciados que nos habían metido ahí y que estábamos pasándolo fatal. Es totalmente distinto».

«La fotografía depende mucho de la resonancia: en el extranjero se valora más»

«En España tenemos un complejo cultural importante. En parte, eso viene de la dictadura. Éramos un país un poco aislado y todo lo interesante venía de fuera, etc, etc, etc.

Además coincidió con la gran migración del campo a la ciudad. El español dejó atrás su cultura, sus tradiciones, su forma de ser, su forma de actuar… Se vinieron en masa a las ciudades y se tuvieron que inventar una nueva personalidad, una nueva cultura… En gran parte por la televisión…

Fueron los años de los cambios. Antes las mujeres se llamaban María, Carmen… Y se pasó a las Déboras y las Jessicas. Ser moderno y estar al día significaba dejar atrás toda la cultura previa.

Un rechazo al pasado, a todo lo español, a todo lo culturalmente asumido por generaciones…

Hubo unos años que también se rechazaba fotografiar la España que había sido. Se quería ser moderno a toda costa.

Hubo unos años que se rechazó completamente este tipo de fotografñia: la fotografía que miraba a la propia sociedad española. Y sin embargo en el extranjero ocurrió al revés, se entiende perfectamente este tipo de fotografía, porque la fotografía depende mucho de la resonancia. Es la gran ventaja que tienen mis compañeros norteamericanos, que cualquier fotografía que hagan tiene resonancia en todo el mundo.

Con fotografías de camioneros norteamericanos puedes vender cualquier producto, pero no puedes vender ningún producto con fotografías de camioneros españoles».

«No me interesan las fiestas: me interesan las situaciones que se crean y puedo llevar a mi terreno»

«A mí las fiestas populares no me interesan, pero me interesan las situaciones, porque ahí puedo sacar imágenes que yo puedo llevar a mi terreno.

El mundo de los toros me interesa, no el conocido de las grandes plazas, sino el mundo marginal de los toros, que es con el que yo trabajé.

Viajé con la última generación de maletillas auténticos (maletilla = aprendiz de torero que con la esperanza de pegar unos muletazos en los tentaderos vagaba por caminos y dehesas, con una maletilla en la mano o un hatillo al hombro donde guardaba sus trebejos de torear). Como fotógrafo, fue la experiencia más interesante que he vivido. Era una gente absolutamente increíble. Comer sus guisos, robaban tomates… Era una cosa tremenda.

«Soy muy mal fotógrafo de prensa: me distraigo con el tiempo, el sol, la luz…»

Yo he sido siempre un muy mal fotógrafo de prensa porque me distraían las cosas formales de la fotografía, el cómo construir la imagen.

Quería ser fotoperiodista, pero su interés no era tanto por los temas como por el propio lenguaje fotográfico.

El buen fotógrafo de prensa es como un perro de caza que va a cazar: va a por ello.

Pero yo me distraía: yo era el perro de caza que en vez de a buscar la pieza se distraía con el tiempo, con el sol, con la luz…

El fotógrafo de prensa va a lo que tiene que ir. El bueno».

«La fotografía me ha salvado la vida»

En 2001 dijo que «Estoy trabajando como siempre he trabajado, pero las cosas están cambiando muy rápido. Nos estamos volviendo más aburridos visualmente, como sociedad, por lo menos en el campo en el que yo trabajo.

O bien porque llevo muchos años en lo mismo, o bien porque las cosas se están aburriendo un poco visualmente, me cuesta más trabajar ciertas cosas. Pero en cambio hay otras que me divierten mucho, al margen de lo que es el trabajo, como los caballos salvajes. Estoy trabajando mucho con caballos salvajes. Me gusta mucho y en eso estoy. 

A mí la fotografía me ha salvado la vida. Si me he hecho persona un poco decente, no mala persona, persona regular… ha sido por la fotografía.

La fotografía me ha hecho crecer como persona. La persona que soy es por la fotografía, absolutamente, sin ninguna duda… Me lo he pasado muy buen. Mirando atrás he tenido una vida de privilegiado. Yo creo que no se puede pedir más».

Cristobal Hara, hoy

Cristóbal Hara ha publicado varios libros de fotografía.

Vive en un pequeño pueblo cerca de Cuenca.

Y está representado por las galerías: Marlborough en Madrid y Jacob Witzenhausen, en Amsterdam.

El Museo Reina Sofía tiene en su archivo fotos de su serie ‘Lances de aldea’, pueblo taurino que el artista fotografió en 1985.

Libros

En Spanier Zuviel muestra lo extraordinario de lo ordinario de una España por descubrir. Encuentra escenas atípicas dentro de las fiestas típicas del país: en las calles, en las procesiones, en los mercados, en los funerales, en las corridas de toros… Sus fotos muestran ajetreo y bullicio en el mundo de las provincias.

Un español imaginario habla de alegría, tristeza, soledad y compañía, y crea un mundo de cuento de hadas a partir de la tristeza y el encanto.

¿Dónde puedo ir a ver sus fotos?

Podéis disfrutar su obra original en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, Art Institute of Chicago, Museo Reina Sofía, Madrid y el Victoria & Albert Museum de Londres.

*Última actualización (febrero de 2019)

One Response

  1. María Cuenca dice:

    Buenos días.
    Estoy intentando contactar con Cristóbal Hara, soy la niña de una de sus fotografías y me gustaría tener el original. Esa niña tenía 11 años y ahora tiene 60.
    Gracias.

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